Desde hoy, se acabaron las certezas

Los relojes comenzaron a funcionar nuevamente en la Argentina. Es que fueron setenta interminables y tediosos días en los que el tiempo pareció detenerse, luego de aquel 14 de agosto en el que unas desnaturalizadas elecciones primarias se transformaron en el adelanto de lo que sucedería el 23 de octubre.
La mayor parte de la oposición recordará estas diez semanas como un verdadero calvario. Para el kirchnerismo, en cambio, pasarán a la historia apenas como un paréntesis en el que las decisiones se paralizaron a la espera de que el festejo contenido durante tanto tiempo pudiera ser liberado.
Hasta ayer, todas eran certezas: que Cristina arrasaba, que Binner lograba el segundo puesto y que las carreras de algunos dirigentes políticos expiraban. Hasta el 23 de octubre, la historia estaba escrita.
Pero ahora comienza a escribirse un nuevo capítulo. Desde hoy, se acabaron las certezas. Gobierno y oposición comenzarán a develar día a día si están a la altura de las circunstancias históricas que a unos y otros les tocará protagonizar.
Ayer, Cristina Fernández de Kirchner fue ungida de un poder casi absoluto. Tanto es así, que existirán muy pocos límites para un gobierno que controlará a su antojo el Congreso y que, desde hace tiempo, viene dando muestras de estar en condiciones de controlar a un sector importante de la Justicia.
Por si esto no fuera suficiente, el gobierno parece haber quedado sin enemigos a la vista. Durante los ocho años de kirchnerismo, distintos actores sociales ocuparon ese supuesto rol: primero los militares, luego la Iglesia, después el campo, más tarde el periodismo. Con matices, cada uno de estos sectores fue derrotado en lo que los intelectuales del oficialismo dieron en llamar “la batalla cultural”.
Ahora Cristina goza del apoyo de casi todos. El campo la votó, los industriales la aplauden y el sindicalismo aguarda obediente su señal para destronar a Hugo Moyano y reemplazarlo por un nuevo aliado del gobierno.
Desde hoy y hasta que el escenario no cambie, los únicos límites políticos para Cristina serán aquellos que ella misma decida imponerse, dentro de los márgenes que la sociedad esté dispuesta a tolerar. Anoche, en el discurso del triunfo, la Presidenta pronunció frases importantes: “No seamos pequeñitos… Seamos grandes”, “Yo no me la creo; nunca me la creí, ni pienso hacerlo”. A partir de hoy, tendrá la oportunidad de demostrar que no mentía.
En materia económica también comenzarán a develarse desde ahora las medidas que el gobierno tiene pensado tomar para enfrentar un cambio evidente del escenario externo. La crisis internacional, una baja en el precio de la soja, el menor crecimiento de Brasil y una posible devaluación del Real, son los aspectos más sobresalientes de la nueva realidad.
Y en la economía doméstica, la inflación, la corrida cambiaria y la imposibilidad de sostener los actuales niveles de subsidios a servicios clave, serán algunos de los principales desafíos a enfrentar. Se supone que el gobierno tomará medidas en el corto plazo, no sólo porque siempre es más sencillo hacerlo cuando se cuenta con el aval de las urnas, sino porque la incertidumbre fue uno de los motivos que llevó a tantos por refugiarse en el dólar.

Los opositores
Las agujas del reloj también comenzaron a moverse para la oposición.
Eduardo Duhalde viene siendo un actor principal en la política argentina de las últimas décadas, pero las urnas le dieron ayer un mensaje demoledor. Luego de comandar entre 2002 y 2003 al país en uno de los períodos más difíciles de la historia moderna, anunció su retiro de la política. Pero no cumplió su palabra y regresó al ruedo. Hoy seguramente debe estar arrepintiéndose de esa decisión y lo más probable es que, esta vez, opte por abandonar el escenario de manera definitiva.
Elisa Carrió obtuvo apenas el 1,85{e84dbf34bf94b527a2b9d4f4b2386b0b1ec6773608311b4886e2c3656cb6cc8c} de los votos, pero fiel a un estilo que no parece dispuesta a moderar, anunció que encabezará “la resistencia”. Hace apenas 14 meses, Lilita abandonaba el Acuerdo Cívico y Social -principal polo opositor no peronista- y en su partida se encargaba de pulverizarlo. Faltaba poco más de un año para las elecciones de ayer, cuando escribió una carta en la que hablaba de “cinismo, pacto y corrupción” en el sector que intentaba constituirse como una alternativa al kirchnerismo.
Para el radicalismo se vienen momentos difíciles. Ricardo Alfonsín debió enfrentar prácticamente solo el calvario de estas diez semanas. Aun así, su papel fue digno porque no perdió los votos del pasado 14 de agosto. Si la UCR no hizo eclosión hasta ahora, fue simplemente para evitar un escándalo que hubiese triturado a su candidato y aniquilado la imagen de un partido que carece de un líder aglutinante.
Hermes Binner fue el único opositor que no debió impostar anoche una sonrisa, pues el Frente Amplio Progresista pudo festejar un segundo puesto que hasta hace apenas unos meses sonaba a utopía, sobre todo luego de que fracasara el acuerdo para conformar una fórmula junto a Ricardo Alfonsín.
De todos modos, también para Binner y el FAP la historia está por escribirse. El gobernador santafesino deberá demostrar que está en condiciones de mantener unido a un frente conformado por agrupaciones de orígenes muy diversos.
Desde el regreso de la democracia, quienes resultaron segundos en las elecciones presidenciales no lograron convertirse en los líderes de la oposición: Ítalo Lúder, Eduardo Angeloz y José Octavio Bordón figuran en esta lista. A Eduardo Duhalde lo fueron a buscar cuando el país se incendiaba y Carlos Menem terminó siendo kirchnerista. Binner deberá superar el desafío de convertirse en la excepción.

La tentación
A partir de ahora, empezarán a surgir las respuestas a tanta incertidumbre latente durante estos últimos setenta días. Sin embargo, existe una pregunta en particular que retumba con fuerza: ¿logrará Cristina refrenar la tentación de perpetuarse en el poder?
A su lado, una marea de obsecuentes intentará convencerla de que el poder de las urnas la habilita a todo. Incluso, a modificar las reglas de juego.
“Tengo el honor de haber sido la primera mujer electa presidenta y además el honor de haber sido la primera mujer reelecta. Yo no quiero más nada”, dijo anoche emocionada.
Hasta ayer, la historia estaba escrita. Desde hoy, comienzan a escribirse capítulos nuevos. Y Cristina, tiene la histórica posibilidad de demostrar que está a la altura de las circunstancias.