Los fines de semana suelen ser un buen momento para hacer balances. Y si de eso se trata, al analizar las noticias que se produjeron en la ciudad de Santa Fe durante los últimos días, encontramos que los principales protagonistas fueron dos personas anónimas.
Es muy probable que pocos sepan quiénes son Mariela Méndez y Abigail Palomé, aunque sus nombres ocuparon espacios importantes en los medios de comunicación durante las últimas horas.
Mariela Mendez tiene 41 años, vive en Alto Verde y esta semana no dudó en arrojarse a las aguas de la laguna Setúbal al ver que cuatro chicos se estaban ahogando. Logró salvar a dos. Un tercero salió por sus propios medios, pero otro no logró sobrevivir.
Mariela prefiere no hablar demasiado. No quiere aplausos, ni condecoraciones. Dice que cualquiera en su lugar hubiera reaccionado de la misma manera, lo que es por lo menos discutible.
Fue protagonista de las noticias por un día y seguramente pronto nadie hablará de ella. Volverá a ser una simple vecina de Alto Verde, un barrio más conocido por sus problemas, que por las virtudes de mucha de su gente.
Abigail Palomé fue la otra protagonista anónima. Tenía apenas un año y medio. Vivía en un rancho ubicado a pocos metros de las vías del ferrocarril Belgrano en el barrio La Lona y, en la madrugada del jueves, murió al ser arrollada por un tren.
Al día siguiente, mientras su cuerpo era velado en su casa, tres o cuatro chicos jugaban sobre los mismos rieles donde Abigail había encontrado la muerte.
Su nombre quedará pronto en el olvido. No todas las muertes parecen valer igual. Si la víctima hubiese pertenecido a otro sector social, seguramente habría fuertes reclamos de la gente para que la Nación o los responsables del Belgrano Cargas se hagan cargo de lo que ocurre en estos terrenos ferroviarios.
Es que la casa de Abigail está apenas a un par de metros de las vías. Hasta un bebé, gateando, podría llegar a los rieles y encontrar el mismo destino.
La Lona no es el único barrio de la ciudad donde se generan estas situaciones. Lo mismo pasa en Santa Rosa de Lima y en El Chaqueño. Lo mismo ocurre en otras ciudades, donde hay gente que vive prácticamente con el tren dentro de sus casas.
Las personas anónimas, como las Mariela y las Abigail, sólo ocupan espacios en los medios cuando protagonizan tragedias o cuando encarnan historias conmovedoras.
Pronto las olvidaremos. Pronto volverán los protagonistas de siempre. Así será, hasta el momento en que aparezcan otros protagonistas anónimos de las noticias.