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En la Argentina y en cualquier país del mundo donde existen reglas claras y transparentes a la hora de elegir, ganar una elección con el 50% de inflación y el 40% de la sociedad sumida debajo de los índices de pobreza y marginalidad representaría poco menos que un milagro.
Es verdad que el país se tiñó de amarillo -con preminencia radical en gran parte de los distritos- luego de las elecciones legislativas de este domingo. Pero también es cierto que en este calamitoso contexto económico y social, las diferencias pudieron ser aún más abrumadoras si el gobierno no lograba reducir distancias con respecto a las Paso en un distrito clave, como provincia de Buenos Aires.
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No sucedió lo mismo en otros distritos de importancia, como Córdoba o Santa Fe.
En el caso cordobés, Juntos por el Cambio obtuvo el 54% de los votos, el peronismo que lidera Juan Schiaretti llegó al 25% y el kirchnerismo tan solo al 10%.
Mientras tanto, en Santa Fe se repitieron prácticamente los mismos resultados que el las Paso: Juntos por el Cambio alcanzó otra vez el 40% de los votos, el peronismo se quedó con el 32% de los sufragios y el Frente Amplio Progresista con el 12%.
Sin embargo, existen diferencias sustanciales en lo que sucede con el peronismo cordobés y el peronismo santafesino.
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Cuál es el peronismo de Santa Fe
Cuando el presidente Alberto Fernández expresó su deseo de que “Córdoba de una vez por todas se integre al país, que sea parte de la Argentina”; se refería básicamente al peronismo de esa provincia, donde desde hace casi dos décadas viene tallando un perfil propio y definido, alejado del kirchnerismo duro, con una mirada pragmática y centralizada en su territorio.
En Córdoba, el peronismo puede ganar o perder una elección. Pero más allá de ciertos matices, se sabe cuál es el ADN de ese peronismo que se fue construyendo a lo largo de los años de la mano de dirigentes como José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti.
La situación del peronismo de Santa Fe es muy diferente. Omar Perotti logró convertirse en el principal referente de su partido luego de no surgiera un liderazgo claro en el PJ santafesino durante años. Perotti es hoy claramente el jefe de un peronismo que siempre necesita saber quién lidera.
Sin embargo y más allá del contexto adverso a nivel nacional, las elecciones de este domingo parecen haber demostrado que con ese liderazgo, al menos hasta ahora, no alcanza.
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¿Qué es el peronismo de Santa Fe?, ¿cuál es su ADN?, ¿forma parte de un proyecto nacional?, ¿existe un “peronismo santafesino”?, ¿asoma algo parecido a un “perottismo”?, y si así fuera, ¿los otros los peronistas están dispuestos a darle la imprescindible base de sustentación?
A estas alturas de las circunstancias, cuesta definir con certezas al peronismo de Santa Fe.
Lo que queda claro es que este modelo de peronismo de Santa Fe no es el peronismo que Perotti tiene en mente, pero el peronismo que Perotti pretende para Santa Fe parece poco probable de ser posible factible a estas alturas de las circunstancias y con la estrategias políticas utilizadas hasta el momento.
Sobre todo, luego de una derrota y con el inevitable pase de facturas de numerosos dirigentes de las vertientes más diversas, quienes achacan al gobernador haberlos dejado afuera del juego. Una cosa es sumar a dirigentes abiertamente sospechados de ser delincuentes; y otra es hacerlo con referentes que pueden pensar distinto, pero están en condiciones de integrarse a un proyecto colectivo.
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“El peronismo cordobés no se parece al peronismo nacional, pero se parece a lo que ellos quieren que se parezca”. La frase pertenece a un joven dirigente santafesino y resume en pocas palabras la situación.
Una estrategia que no alcanzó para revertir los resultados
Cuando Agustín Rossi planteaba antes de las Paso que Perotti no se siente parte de “un proyecto nacional” personificado por Cristina Fernández, no estaba equivocado.
En este contexto, el gobernador de Santa Fe hizo un intento por provincializar la campaña luego de las Paso, asumiendo el riesgo de plebiscitar una gestión que recién parece haberse puesto en movimiento luego de superar lo peor de la pandemia.
Pero la decisión no generó grandes cambios en las urnas. De hecho, en una ciudad tan importante como Santa Fe, el peronismo quedó al borde del precipicio: apenas obtuvo una banca, fue la única fuerza que obtuvo menos votos que en las Paso y la joven Jorgelina Mudallel terminó reconociendo la derrota casi en soledad.
De cara a 2023, Omar Perotti tiene dos alternativas como jefe indiscutible del peronismo provincial:
1.- Insistir y profundizar esta forma de construcción política, en busca de edificar el peronismo que él tiene en mente para Santa Fe.
2.- Adaptar sus estrategias para moldear un peronismo que quizá no sea el que desea, pero que al menos se le parezca.
Nada garantiza ganar una elección. Pero de las decisiones que se tomen a partir de ahora dependerá la posibilidad de construir, más allá de los nombres, el peronismo santafesino que viene.