Los “indignados” españoles continúan resistiendo en la Puerta del Sol de Madrid y en la Plaza de Cataluña, en Barcelona. Son muchos. Son miles. Pero en realidad representan a muchos más. Representan a millones de jóvenes que crecieron en un país aparentemente rico, protegidos por la burbuja que representó formar parte de una Unión Europea que hoy deberá replantearse desde sus cimientos.
Es que, tarde o temprano, las realidades de cada uno de los países afloran de manera inevitable. Allí están Grecia, Portugal, Irlanda, las mismísimas España e Italia, con crecientes problemas de competitividad y con la imposibilidad de mantener un nivel de vida artificial.
La crisis genera protestas. Y las protestas, aunque sean pacíficas, desembocan en un creciente nivel de conflictividad.
En los últimos días se conoció en Londres el denominado “Índice de Paz Global”, que muestra a Islandia como el país menos violento del planeta y a Somalia como la nación más conflictiva. Las conclusiones del informe indican que el descontento social del norte africano y en los países de Medio Oriente contribuyeron a que el mundo fuera menos pacífico.
Publicado anualmente por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), el Indice de Paz Global mide 23 indicadores; desde el gasto militar hasta los niveles de crimen y los conflictos y disputas entre países vecinos. Es el tercer año consecutivo que el informe muestra una caída general en los índices de paz en el mundo, aunque los encargados de presentarlo no alcanzaron a incluir el fenómeno español en sus conclusiones. Las medidas de ajuste adoptadas por varios países europeos desataron manifestaciones en las calles y plazas de muchas ciudades del Viejo Continente.
De todos modos hay algunos datos alentadores para la realidad Latinoamericana. En esta zona del mundo, Uruguay es el país más pacífico y se sitúa en el puesto 21 (de un total de 153 naciones). La Argentina aparece en el puesto 55, mejorando su situación con respecto al año anterior, cuando ocupaba el puesto 71. Dentro de la región, sólo Costa Rica (31), Chile (39) y Panamá (49), además de Uruguay, registraron una evolución más pacífica que la Argentina en el ranking de 2011.
El país vivió durante gran parte de 2008 niveles crecientes de enfrentamiento y violencia, generados por lo que se conoció como “el conflicto con el campo”. En estos momentos, más allá de la violencia discursiva de algunos de sus referentes políticos, Argentina muestra una realidad evidentemente más pacífica que aquella que soportó hace apenas tres años.
La inseguridad, en cambio, continúa siendo un problema creciente. Las propuestas para enfrentarla son pocas y, en general, se asemejan a meras ilusiones. Mientras la inequidad siga profundizándose, difícilmente se podrá vivir en un país más seguro.
La diferencia entre ricos y pobres en Latinoamérica es la más profunda del planeta. Y frente a esta realidad, construir una sociedad más pacífica continuará siendo una tarea prácticamente irrealizable.