Un 7 de junio partido en dos

Amigos o enemigos. Bonafini o Videla. Clarín o gobierno. Derecha recalcitrante o izquierda retrógrada. “Uno a uno” o 30{e84dbf34bf94b527a2b9d4f4b2386b0b1ec6773608311b4886e2c3656cb6cc8c} de inflación anual. Así de simple. Así de superficial, falsa y estéril es el visión de los grandes temas en la Argentina. Es que no hay nada mejor que simplificarlo todo cuando un debate se torna incómodo, conlleva críticas y exige autocrítica.
El planteo de una visión maniquea de la realidad suele ser el arma predilecta de quienes huyen de la discusión profunda y fructífera. Rotular ayuda a desviar la atención hacia lo menos importante. La discusión superficial suele ser menos dolorosa, aunque sólo sirva para repetir errores. Nada escapa a esta tentación de simplificar, de discutir en la superficie, de caminar en círculo.
El 7 de junio de 2011 encuentra también al periodismo argentino atrapado en esta lógica perversa y vacía: periodistas mercenarios -que trabajan en los “medios dominantes”-, o periodistas militantes.

¿Y entonces..?

Si digo que aquel discurso kirchnerista de los primeros tiempos, supuestamente “transversal” y abarcativo, terminó develando una mirada intolerante y sectaria, en la que pensar diferente significa convertirse automáticamente en amenaza o enemigo; si digo que el kirchnerismo logró una fabulosa concentración de recursos con los que mantiene cautivos a supuestos aliados, y castigados a quienes expresan voces discordantes… ¿Soy un periodista mercenario?

Si digo que la economía nacional logró ponerse de pie sobre las cenizas inertes del 2001, que la industria se recuperó y alcanzó a producir al máximo de su capacidad instalada, que el sector agropecuario obtiene ganancias importantes a pesar del enfrentamiento que mantuvo con el gobierno en 2008, que la capacidad de consumo del argentino con trabajo registrado creció y que resultaba indispensable un programa social como la Asignación Universal por Hijo y Embarazadas para familias que literalmente estaban fuera del sistema… ¿Soy un periodista militante?

Si digo que la inflación es una verdadera bomba de tiempo, que se está convirtiendo en un problema estructural, que afecta más a los más pobres y que los índices del Indec son una verdadera burla a la inteligencia media; si digo que se vive una realidad ficticia y que los 65 mil millones de pesos anuales que se destinan a subsidios terminan favoreciendo más a Capital Federal y el conurbano que al resto del país; si digo que si no se toman medidas razonables y responsables se acrecientan las posibilidades de que la economía termine implosionando y se esfume este supuesto modelo más proclive al día a día, que a planificar el país futuro… ¿Soy un periodista mercenario?

Si digo que la incapacidad y las miserias de gran parte de la oposición política hicieron que no existan demasiadas alternativas al kirchnerismo y a sus modos; que con la muerte de Néstor Kirchner se esfumó lo único que los mantenía aparentemente unidos y que protagonizaron verdaderos bochornos que los llevó a perder la credibilidad que en algún momento tuvieron. Si digo que las próximas elecciones podrían convertirse en un mero trámite para el kirchnerismo si Cristina Fernández fuera por su reelección; que la debilidad de la oposición es tanta que, incluso, los kirchneristas podrían darse el lujo de apostar por otro candidato (o candidata) y aún así mantener las posibilidades de triunfo… ¿Soy un periodista militante?

Si digo que el gobierno destina 900 millones de pesos de los contribuyentes para sostener a clubes de fútbol vinculados con mafias compartidas por políticos y sindicalistas; que no se les exige rendiciones de cuentas y que, con la excusa de “democratizar” el fútbol, se utilizan las transmisiones como una formidable plataforma publicitaria… ¿Soy un periodista mercenario?

Si digo que el kircherismo renovó la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que a ella se incorporaron personas capaces e independientes… ¿Soy un periodista militante?

Si digo que, llamativamente, la mayoría de las causas judiciales que tienen al poder en la mira terminan en manos de un juez sospechado, como Norberto Oyarbide; que el mismo magistrado sobreseyó a los Kirchner en la causa por enriquecimiento ilícito, investiga la denominada mafia de los medicamentos, el presunto pago de coimas y sobreprecios por parte de Skanska, el supuesto enriquecimiento ilícito del ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime y hasta tiene en sus manos el caso por las escuchas ilegales en el que está procesado Mauricio Macri… ¿Soy un periodista mercenario?

Si digo que la aparición de programas como 6-7-8, Televisión Registrada o Duro de Domar permitió escuchar un discurso diferente al que, hasta hace poco, era una voz casi absoluta; que este fenómeno desnudó y desnuda las contradicciones de medios y de periodistas; que nos obliga a ser más cuidadosos en nuestro mensaje y que las grandes corporaciones mediáticas suelen confundir el derecho de ejercer el legítimo negocio de la comunicación, con el hecho de negociar a través de ella… ¿Soy un periodista militante?

Si digo que el kirchnerismo no tolera la crítica y transforma a críticos en enemigos, que produjo profundas divisiones que serán difíciles de reparar. Que estos programas, con el dinero y el aparato estatal a su favor, incurren en los mismos defectos que dicen denunciar; que recortan la realidad con intencionalidad manifiesta; que plantean “otro” discurso único; que manipulan perversamente la información, que presentan una realidad ficticia en la que el gobierno no comete errores y donde no se aceptan voces discordantes -Beatriz Sarlo debió enfrentar el ataque de siete personas cara a cara y soportar a la distancia cómo 24 horas después seguían ensañados con ella-… ¿Soy un periodista mercenario?

En este momento de la Argentina, ¿es acaso una blasfemia reclamar el derecho de un periodismo sin los rótulos impuestos por quienes, desde el poder, se benefician de tales divisiones?
¿O seguir creyendo que el objetivo de este trabajo es informar de manera veraz, a pesar de todo, con falencias y errores, aunque favorezca a unos o perjudique a otros?
¿O pensar que es mejor el periodismo plural con sus con sus miserias y hasta con las limitantes que le imponen sus necesidades económicas; que un periodismo amenazado y descalificado simplemente por expresar un tono discordante?
A Javier Darío Restrepo, amigo personal de Gabriel García Márquez y uno de los maestros en la Fundación para el Nuevo Periodismo, no se lo puede tildar de ser un “brazo de la derecha”, ni “una voz de los medios dominantes”.
Este colombiano que desde hace décadas se convirtió en un referente a la hora de analizar la ética periodística a escala continental, sostiene que ‘‘es obvio que nadie puede ser absolutamente objetivo. Pero tampoco tiene credibilidad un periodismo absolutamente comprometido -con una causa determinada-, porque pierde como meta la información y, al obsesionarse con la necesidad de llegar a determinada demostración, se acerca al fuego de la propaganda”.
Un par de preguntas más.
Hoy, 7 de junio de 2011, ¿quiénes celebran su día? ¿Los militantes o los mercenarios?

Si digo que a partir de la llegada del kirchnerismo al poder la discusión política volvió a tener sentido en la Argentina, luego de que fuera vaciada de contenidos a lo largo de los noventa y hasta la crisis de 2001. Si digo que, con aciertos y errores, el entramado del debate y la construcción de ideas se fueron reconstruyendo sobre las ruinas del “que se vayan todos”… ¿Soy un periodista militante?