Esta nota fue publicada en Aire Digital.
Durante la noche del 11 de febrero de 2020, cuando mataron al empresario Hugo Oldani en una galería céntrica de la ciudad de Santa Fe, sucedieron cosas extrañas: en presencia de la fiscal de Homicidios, Cristina Ferraro, las cámaras de seguridad que apuntaban hacia esas oficinas fueron desconectadas; entonces, familiares de la víctima y una abogada del Ministerio de Seguridad ingresaron al local con las manos vacías y salieron con bolsos llenos; y de la escena del crimen desaparecieron documentos, más de 1 millón de dólares y más de 3 millones de pesos.
Se trata de Walter Barco, jefe de Seccional Primera de Santa Fe, quien podría ser ascendido a comisario supervisor; y Hernán Galán, que integra la Agencia de Investigación Criminal y podría ser ascendido a comisario. Ambos aprobaron los concursos de ascensos y aparecen en el listado de orden de mérito con la posibilidad de acceder a estos cargos, a pesar de que recientemente fueron indagados por fiscal federal Walter Rodríguez, que investiga la posible existencia de una cueva financiera en Oldani Turismo y las irregularidades cometidas en las horas posteriores al homicidio del empresario.
El día que mataron a Oldani, el comisario superisor José Julián Nizzo se desempeñaba como jefe de la Primera Zona de Inspección de Santa Fe. A dos años del crimen, habló en el programa Creo, que se emite cada mañana en Aire de Santa Fe, y reveló esta situación que fue corroborada por AIRE con fuentes del Ministerio de Seguridad.
“Estoy muerto de miedo…”. “La fiscal Cristina Ferraro me dio una orden envenenada para cubrir sus acciones…”. “A mí me ordenaron custodiar el lugar 9 horas después de que se llevaran el dinero y no quedara nada…”. “Los policías Walter Barcos y Hernán Galán están en las listas para ascender…”. Estas fueron algunas de sus frases durante la entrevista, en la que aseguró haber sido víctima de una compleja trama con el objetivo de desviar la atención de lo que sucedió aquella noche.
Nizzo también está siendo investigado por la Justicia y sobre él recaen sumarios administrativos por haber levantado la custodia del lugar del crimen de Hugo Oldani durante la noche. Por otro lado, Nizzo no estuvo en la Galería Rivadavia cuando se apagaron las cámaras y desaparecieron de la empresa posibles evidencias.
“No estuve esa noche en el lugar. No estuve entre los que desconectaron las cámaras. No fui al lugar del hecho. Me encargué de armar una comisión policial y con mi auto particular salimos a buscar a los delincuentes que habían cometido el hecho”, relató.
Y añadió: “Dejamos una sumariante en el lugar -del homicidio-. Después de las 21 me dice “jefe, por orden de la Dra. Ferraro dejo el lugar porque pasó -el caso- a la esfera de la PDI (hoy AIC)…”. La custodia y todo lo que tenía que ver con el hecho quedó bajo la esfera de la PDI y entonces nos fuimos. Yo a las 21.45 estaba frente a la casa de Rufino -el que manejaba el auto donde se trasladaban los asesinos de Oldani- sacándole fotos. Pero me volví porque no puedo interferir… si PDI se encarga, nos corremos para no entorpecer su trabajo”.
“La orden que dio Ferraro estaba envenenada”
Según Nizzo, alrededor de las 9 de la mañana del día siguiente del homicidio, le ordenaron que restableciera la custodia de la escena del crimen: “A mí me dieron la custodia 9 horas después de que se llevaran el dinero y no quedara nada. Las cosas raras se dieron durante la noche. A mí la fiscal Ferraro me hizo mucho daño, porque me dio una orden ilegítima para encubrir sus acciones… Hay una teoría en el Derecho que habla del fruto del árbol envenenado… todo fruto que se desprende de ese árbol está envenenado… la orden que dio Ferraro estaba envenenada, porque el lugar había sido vulnerado por ella misma”.
“Estoy convencido de que había que buscar un culpable y me encontraron a mí. Por el motivo que sea… a mí me dieron la custodia alterada… me dijeron custodiá esto, pero a las 12 de la noche se habían llevado todo”, inisistió.
Aquella noche, cuando las cámaras se apagaron, familiares de Oldani ingresaron a las oficinas y desaparecieron posibles evidencias del lugar, la fiscal Ferraro estaba acompañada por policías. Además de Walter Barco y Hernán Galán, se encontraba el subdirector de la PDI, Cristian Lemos. Su presencia quedó registrada por distintas imágenes, pero su nombre no aparece entre los imputados por desconectar las cámaras de seguridad.
“Ahora sé que esos policías estuvieron ahí esa noche. Traicionaron a la institución policial. Es inconcebible que vayamos en contra de la institución que nos da de comer”, dijo Nizzo en Creo.
“Evidentemente hay una maniobra para que no se supiera lo que pasó esa noche… de los que investigaron el homicidio… Ferraro era la directora penal de la investigación… todo el mundo fue contra Julián Nizzo, contra mi jefe, Pablo Molina, el coordinador de la escena… Pero fue él quien le dijo a Ferraro que en la oficina había gran cantidad de dinero y lo dejó en un acta. ¿Qué hacemos doctora?, le preguntó… Si la directora de la investigación ordena que no se haga nada, qué otra alternativa me queda para hacer…”, continuó.
En aquel momento, Nizzo había concursado para lograr un ascenso, pero su carrera policial quedó trunca: “Estoy muerto de miedo, porque me estoy mostrando, porque doy la cara… No tengo miedo en lo físico, pero me van a abrir otro sumario administrativo por hablar. Seguro habrá sanciones… yo no me callo más, porque me encerré en mi cabeza durante dos años. Me costó en lo económico y encerrarme en mi cabeza, estar depresivo, medicado… todo eso me costó el caso Oldani”.
Actualmente, Cristina Ferraro está imputada por encubrir el posible crimen de la existencia de una cueva financiera en las oficinas de Oldani. Hace pocos días, se negó a declarar ante el fiscal Rodríguez y adelantó que lo hará por escrito.