Inicio MIRADA Caso Oldani: detuvieron a un hombre por llamadas que nunca existieron

Caso Oldani: detuvieron a un hombre por llamadas que nunca existieron

Esta nota fue publicada en Aire Digital.

 

Las más de 560 supuestas llamadas y mensajes que determinaron la detención de un bioquímico de Santa Fe como sospechoso de ser el cerebro del asalto que terminó con el asesinato del empresario Hugo Oldani, jamás existieron. Se trató de un error humano en el manejo de datos informáticos, que ya se reconoce internamente en el Ministerio Público de la Acusación y que originó una investigación para determinar cómo pudo producirse semejante equivocación.

No se trató de un error más. De hecho, debido a este dato falso el bioquímico Alfredo Sadonio enfrentó un verdadero infierno que lo llevó a una celda de aislamiento en la cárcel de Las Flores a lo largo de diez días. “Me llevaron a la cárcel por la noche y me metieron en una celda. Estaba a oscuras. Durante las primeras 48 horas no sabía por qué estaba ahí, hasta que mi abogado me explicó que era sospechoso de haber organizado el asalto a Oldani. Pero yo ni siquiera conocía a ese hombre”, contó el 27 de enero pasado en Creo, por Aire de Santa Fe.

El calvario para Sadonio continuó, incluso, cuando diez días después lo dejaron en libertad. En primer lugar, porque la noche de su detención la policía se llevó las computadoras y celulares que tanto él, como su familia, utilizaban para trabajar. Pero, sobre todo, porque siempre quedó flotando la duda acerca de si esas llamadas y mensajes incriminatorios se habían perdido o si, en realidad, jamás habían existido.

Alfredo Sadonio temió que le plantaran alguna prueba o que jamás se supiera si las supuestas llamadas que lo incriminaban habían existido.

 

 

Sadonio juraba que se trataba de un dato falso, pero desde el día de su liberación lo atormentó el temor de que le plantaran alguna prueba o no se supiera toda la verdad sobre aquellas llamadas y mensajes que lo llevaron a la cárcel. Ahora, fuentes inobjetables confirmaron a Aire Digital que el bioquímico decía la verdad cuando negaba la existencia de estas pruebas.

¿Cómo pudo haberse producido un error tan grave y de tamañas consecuencias?

Cinco meses después de la muerte de Oldani uno de los detenidos por el crimen, Brian Damiani, se comunicó con su abogado y le dijo que estaba dispuesto a hablar con los fiscales de la causa porque venía siendo amenazado por otros integrantes de la banda.

Damiani tiene apenas 21 años, carece de antecedentes importantes en la Justicia y su función aquél fatídico 11 de febrero de 2020 fue la de hacer de “campana” mientras otros miembros del grupo ingresaban a Oldani Turismo con el objetivo de robo.

En su relato, Damiani dijo haber sido reclutado por Andrés Kaipl, conocido como “Andresito”, y mencionó que, antes de dar el golpe, se encontraron con un “farmacéutico” en una farmacia ubicada sobre calle Belgrano, tres cuadras al norte de bulevar Gálvez. Lo describió como un hombre bajo, morrudo y morocho. Supuestamente, este “farmacéutico” les dio un nombre que era conocido por Oldani y a través del cual lograrían que el empresario les abriera las puertas de su agencia.
Inmediatamente se convocó a un experto para que confeccionara lo que se conoce como un “retrato hablado” para generar una imagen del rostro del “farmacéutico”.

El rostro, la farmacia y el bioquímico

Con esta información, los investigadores comenzaron a recorrer calle Belgrano en busca de la farmacia en cuestión. Si bien no hallaron ninguna farmacia sobre Belgrano, tres cuadras al norte de bulevar Gálvez; sí encontraron una farmacia sobre esa misma calle y al sur de bulevar Gálvez.

Pensaron que se había tratado de un error de Damiani. Empezaron entonces a custodiar el lugar, a observar los movimientos de quienes trabajaban en dicha farmacia y, cuando observaron a Alfredo Sadonio, lo encontraron similar al dibujo realizado por el experto a partir de las descripciones del arrepentido.

Si bien la farmacia no estaba al norte de bulevar Gálvez y Sadonio no es petizo -mide cerca de 1,80 m-, ni morrudo; el rostro era semejante y entonces se resolvió comenzar a investigar todos sus movimientos y solicitar a las empresas de telefonía la información de sus teléfonos y de los teléfonos de sus contactos cercanos.

Cada una de las empresas de telefonía envió la información requerida por la Justicia. Sin embargo, cada empresa lo hace por medio de un sistema diferente y esto implica que una o más personas del Órgano de Investigaciones del MPA tamicen todos los datos y los ordenen de manera homogénea.

De esta manera, se logra un esquema preciso en el que aparece el nombre de la persona, el número telefónico, las llamadas entrantes, las llamadas salientes, la ubicación de la antena de cada llamada y la duración de estos contactos.

No se trata de una tarea sencilla. De hecho, distintas fuentes consultadas coinciden en que en toda la investigación del caso Oldani se vieron involucrados hasta el momento cerca de 18.000 números telefónicos. Puede parecer una cifra demasiado abultada, pero no lo es si se tiene en cuenta que no sólo se buscan entrecruzamientos de llamadas de los teléfonos de cada uno de los sospechosos, sino los de todos los integrantes de sus círculos cercanos y todos los contactos de cada uno de estos teléfonos.

Esta información se unifica de manera artesanal y luego es volcada a un software que determina una red de “mapas de comunicación” entre los distintos grupos de teléfonos.

El error que terminó con un hombre en la cárcel

Según pudo reconstruir Aire Digital, el error se produjo en ese armado manual de la información. Básicamente, un cúmulo de llamadas y mensajes fue a parar al nombre equivocado y el resultado fue que, supuestamente, se habían producido centenares de comunicaciones -al parecer figuraban más de 800- entre el teléfono fijo de la farmacia -que no es de Sadonio, sino de su esposa- y dos teléfonos que figuran a nombre de la madre de Andrés Kaipl.

Con las semejanzas del retrato hablado, con el hecho de que la farmacia se encontraba sobre calle Belgrano y con estas supuestas llamadas y mensajes, el fiscal Gonzalo Iglesias consideró que contaba con elementos suficientes como para detener a Alfredo Sadonio.

Pronto, la prueba de los mensajes y de las llamadas se terminó diluyendo. Pero aun así, la Justicia mantuvo al bioquímico detenido e intentó confirmar su participación en el crimen de Oldani a través de otras alternativas.

Lo primero que se hizo fue consultar al supuesto cerebro del asalto, Andrés Kaipl, si conocía a Sadonio. Pero este hombre dijo que no tenía idea de quién era.

Luego, se organizó una rueda de reconocimiento -en la que se incluyó a Sadonio- y se pidió al arrepentido Damiani que señalara al farmacéutico con el que se habían reunido antes del asesinato. Damiani nunca reconoció a Sadonio. El hombre que había descripto durante la confección del retrato hablado, no estaba frente a él.

Recién entonces se liberó al bioquímico, aunque prosiguieron las investigaciones sobre los teléfonos y computadoras de su familia. Hasta el momento de la publicación de esta nota, no se había encontrado ningún elemento incriminatorio.

La fiscal Cristina Ferraro -de blanco en la foto- fue apartada del caso Oldani y es investigada por la Justicia federal por el supuesto delito de encubrimiento.

En estos momentos, el caso Oldani tiene a dos fiscales bajo investigación.

La primera es Cristina Ferraroquien permitió a la familia del empresario que se llevara de la escena del crimen al menos 3 millones de pesos y un millón de dólares, que no le dijo la verdad a su colega Mariela Jiménez cuando ésta le preguntó sobre el destino de ese dinero, que estuvo presente mientras una cámara de seguridad clave de la Galería Rivadavia se apagó de manera misteriosa y que impidió a la policía que abriera una caja fuerte que se encontraba en Oldani Turismo.

El fiscal federal Walter Rodríguez investiga si Ferraro encubrió a familiares de Oldani ante el posible delito de intermediación financiera no autorizada en esa agencia de turismo.

A la lista de fiscales investigados se suma ahora Gonzalo Iglesias, ya que el fiscal general de la provincia, Jorge Baclini, ordenó a la auditora general del Ministerio Público de la Acusación, Cecilia Vranicich, que investigue las circunstancias por la que dispuso la detención de Alfredo Sadonio.

De lo que no hay dudas, a estas alturas de las circunstancias, es que las llamadas y mensajes que generaron la detención de Sadonio jamás existieron. A nivel oficial, la búsqueda de explicaciones a tamaña equivocación recién se inicia.