Gabriel Cantelli habla sereno y en su rostro se dibuja una sonrisa amable. Sin embargo, por momentos sus ojos se humedecen y transmiten un dejo de tristeza.
El accidente de tránsito que en 2005 le arrancó a su hija Yésica, tuvo mucho de absurdo. El destino, la casualidad o la imbecilidad de alguien que decidió acelerar demás en medio de la ciudad, truncaron la vida de aquella adolescente de 17 años que, simplemente, caminaba junto a dos amigas por una vereda de Santa Fe.
Gabriel se encontró, entonces, frente a dos opciones: derrumbarse por completo ante aquel dolor desgarrador, o dedicar su vida a la lucha por salvar a víctimas inocentes.
Desde hace algunos años, es el coordinador de Tránsito y Seguridad Vial de la Municipalidad de Santa Fe. Desde esa función, organiza y participa casi a diario de los operativos de control que se realizan en distintos puntos de la ciudad.
“Allí vemos de todo”, asegura: un hombre que decidió quemar su moto para evitar que fuera retenida por los agentes municipales, otro que los apuntó con un arma de fuego e, incluso, algunos que decidieron acelerar y embestir a quienes participaban de los controles.
El tiempo pasó. Sin embargo, Gabriel aún no logra ver la foto de su hija sin que su cuerpo comience a temblar.
Cuando se le pregunta por aquellos que provocaron el accidente que acabó con la vida de Yésica, responde con una convicción que no deja lugar a dudas: “Yo los perdoné”.
La entrevista finaliza y su teléfono comienza a sonar. La rutina se hace presente. La llamada llega desde la Municipalidad. Esa noche de jueves, como tantas otras, Gabriel coordinará y participará de un nuevo operativo de tránsito.
Nunca se sabrá cuántas vidas logró salvar este hombre. Sin embargo, de poco importa. Con su rostro sereno y con la misma sonrisa amable de siempre, Gabriel retorna al trabajo.