El mundo se pregunta cómo es posible que la Argentina pueda soportar tantos meses de cuarentena por coronavirus. Pero al mundo habría que decirle la verdad: desde hace tiempo la cuarentena en Argentina es apenas una entelequia.
La provincia de Santa Fe continuará por dos semanas en fase de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), pero la verdad es que ningún santafesino está aislado y la mayoría de las personas no tiene la más remota idea de que significa esta sigla.
Los argentinos nos mentimos con cierto descaro. Asumir la realidad y enfrentar las consecuencias requiere de una madurez que no siempre existe. Siempre resulta más sencillo crear una verdad ilusoria y a medida, aunque luego haya que pagar las consecuencias de las que, obviamente, nadie se hará responsable. El culpable siempre, pero siempre, es el otro.
Es hora de decir la verdad sin vueltas. Se puede decidir que las restricciones continúen o se flexibilicen. De hecho, nadie parece tener la receta perfecta para enfrentar a esta pandemia y Europa observa azorada la segunda ola de la enfermedad. Pero lo que no se puede hacer, es construir un relato que, en realidad, no existe.
En Argentina se anuncia la prolongación de una cuarentena que es ficticia. Y en Santa Fe se reafirma un estado de aislamiento que es irreal.
Mientras los médicos y el personal de las terapias intensivas piden “piedad” (literalmente) y suplican que la gente respete las disposiciones del gobierno, gran parte de la sociedad actúa como si nada estuviera sucediendo.
Los gobiernos tampoco hacen demasiado como para generar confianza y lograr el respaldo social. Mientras el coronavirus se multiplicaba en Capital Federal, un jubilado de Villa Guillermina, en el norte de la provincia de Santa Fe, ni siquiera tenía la posibilidad de caminar cien metros hasta el banco de la esquina para ser atendido por el mismo empleado de siempre.
Sin embargo, cuando el coronavirus hace estragos en Santa Fe y las terapias intensivas de los hospitales la provincia tambalean, el gobierno nacional anuncia el retorno del fútbol.
El jubilado de Villa Guillermina se pregunta, con razón, por qué lo recluyeron durante tanto tiempo a pesar de que en su pueblo no pasaba nada. Y ahora que realmente se encuentra amenazado, casi no existen restricciones.
Restricciones que no se respetaron
El 11 de setiembre pasado, el Gobierno de Santa Fe anunció una serie de limitaciones que, a decir verdad, jamás se respetaron. Estableció horarios para los comercios de las grandes ciudades, pero los comerciantes se negaron a aceptarlos. Decidió que a partir de las 20 sólo circulen las personas esenciales, pero la verdad es que la vida es prácticamente normal en la provincia a toda hora.
Aquel día, los medios santafesinos debieron informar lo siguiente: “Santa Fe pasa de Aspo a Dispo, pero nada cambia”, un trabalenguas que resume la confusión general y una serie de decisiones que terminaron alimentando este verdadero descontrol en el que cada uno hace lo que quiere. En teoría, los habitantes de esta provincia dejaron de estar distanciados, y pasaron a estar aislados. Ficción pura.
¿Es verdad que la cuarentena temprana permitió fortalecer el sistema sanitario?: sí.
¿Es verdad que hasta el momento no fue necesario elegir quién vive y quién muere en la Argentina?: sí.
¿Es verdad que el número de muertos en el país sigue siendo relativamente bajo en relación a la cantidad de enfermos?: sí.
ACLARACIÓN 1. Esta nota fue escrita con el diario del lunes. Para muchos, el peor de los pecados. Sin embargo, no es posible hacer un balance de la guerra hasta el momento en que los fusiles se acallan; no es posible evaluar una obra de arte hasta que el pintor estampa su firma; ni es posible analizar un partido de fútbol hasta el preciso instante del pitazo final.
Es verdad que la batalla contra el coronavirus en la Argentina no terminó, ni está cerca de llegar al final. Sin embargo, ya transcurrió el tiempo suficientes como para sacar conclusiones y la evidencia indica que el fin de la pandemia está lejos en todo el planeta. La única forma de mitigar los daños es evaluar lo hecho hasta el momento y reenfocar el rumbo siempre que sea necesario.
ACLARACIÓN 2. Esta no es una nota antikirchnerista, antiperonista, antiepidemiólogos, antiargentinos, antinada. Simplemente, es una mirada sobre la realidad. No hay camino más corto hacia el suicidio colectivo que el de una sociedad que se niega a mirar de frente sus errores. La autocrítica genera aprendizaje. El aprendizaje es el sostén del cambio y la resiliencia.
ACLARACIÓN 3. Esta nota no apunta a avalar las conductas miserables y canallescas de algunos dirigentes políticos que parecen estar frotándose las manos con regocijo frente a los inocultables errores del gobierno frente a la pandemia del coronavirus. En ciertos casos, las mezquindades son demasiado obvias.
Al cierre de esta nota, la Argentina se ubicaba en el quinto lugar entre los países con más casos detectados de coronavirus a pesar de no haber realizado testeos masivos, pronto se habrá alcanzado la cifra de 30 mil muertos -un número con fuertes cargas simbólicas para este país-, la economía atraviesa la peor depresión de la historia moderna y los médicos de las grandes ciudades piden “piedad” porque sus fuerzas flaquean.