Los cruces verbales forman parte de la política y nadie debería escandalizarse cuando la cuerda se tensa. Sin embargo, los modos son siempre importantes ya que, así como pueden fortalecer un proyecto, también pueden entorpecerlo.
Los próximos meses serán delicados para el Frente Progresista, Cívico y Social. No sólo por la lógica amenaza de un peronismo que intentará organizarse para recuperar el poder en la provincia, sino porque deberá enfrentar una interna en la que aparecen en juego factores particularmente sensibles.
Socialistas y radicales se juegan mucho más que nombres propios en esta contienda interna indisimulable.
Ocupar el lugar que hoy ocupan en el escenario político provincial les demandó, a unos y a otros, décadas de esfuerzo, de aciertos, de errores y de frustraciones.
Hermes Binner y su entorno íntimo sienten que han trabajado demasiado para acceder al poder como para que en apenas cuatro años deban dejarlo en manos de otros, aunque esos “otros” sean socios políticos o, incluso, dirigentes socialistas. Es que, si bien necesitaron de los votos radicales e independientes para acceder a la Casa Gris, saben que la imagen del entonces ex intendente rosarino fue el factor clave para atraer a los votantes.
Los radicales, por su parte, sienten que es éste el momento propicio para liderar el proyecto de gobierno provincial. Por historia, por estructura y hasta por orgullo político, viven con incomodidad esto de ser el “socio menor” del Frente. Es que sólo ocupan uno de los Ministerios y, en ocasiones, no suelen ser consultados en la toma de decisiones importantes.
Los cruces verbales forman parte de la política y nadie debería escandalizarse cuando la cuerda se tensa. Sin embargo, los integrantes del Frente llegaron al poder presentándose ante la sociedad como “el cambio”, “lo nuevo”, “lo distinto”.
De allí que pese sobre ellos una responsabilidad mayor a la hora de dirimir sus internas. La ciudadanía tiene derecho a reclamarles que cuiden los modos, que se respeten, que analicen cada palabra y cada movimiento.
Es que ellos prometieron que así lo harían. Ellos asumieron ese compromiso y ahora deberán respetarlo o, de lo contrario, sólo quedarán flotando la decepcionante sensación de que todo es más de lo mismo.