Nunca pensó que su testimonio calaría tan profundamente y alcanzaría tamaña importancia en el debate por el matrimonio homosexual en la Argentina. Sin embargo, así fue y hoy Pepito Cibrián insiste en que “mucha gente rechazaba esta posibilidad por desconocimiento. Ahora, quienes durante tanto tiempo se sintieron discriminados pueden caminar con una dignidad diferente. Con la estima elevada, sintiéndose ciudadanos de primera, con los mismos derechos”.
Según Cibrián, “para la mayoría de las personas el homosexualismo es igual a un cuco. Cuco es aquella figura que se le crea a los niños para generar miedo y ese miedo permite manejar a ese chico. Como el cuco no existe, cada uno lo imagina a su manera y siempre como algo espantoso”.
“Creo que con este debate muchos escucharon y cambiaron muchas cabezas. Decenas de personas me dijeron que las hice pensar. Yo no soy el paladín, ni el abanderado… Yo simplemente soy un ciudadano que he hablado, tratando de sacarles el cuco, para que comprendan que se trata de un vínculo de amor, de vida, de compromiso”, insistió.
“Pepito Cibrián no es un cuco porque la gente me conoce. Si yo soy homosexual y no soy cuco, ¿por qué otros homosexuales tienen que serlo?”, se preguntó.
Hace diez años que junto a su pareja iniciaron los trámites para adoptar un niño: “Algunos dijeron que si una pareja de homosexuales adopta a un chico, puede pervertirlo, puede violarlo. Pero a quién se le ocurre semejante cosa. Para poder adoptar a un niño, seas homosexual o heterosexual, tenés que pasar por 18 mil pruebas psicológicas, por asistentes sociales, ir a juzgados, y pasan años de espera. ¿Alguien cree que se puede recorrer todo ese camino simplemente para violar a un chico?… Si ese fuera el objetivo, sería más fácil ir a un barrio donde los chicos fuman paco y se prostituyen”.
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Pepe Cibrian – Tras la sanción de la ley de Matrimonio Igualitario – 2010-07-15