Ocurrió el 21 de junio de 2023: una banda dedicada a cometer ciberestafas logró introducir un virus en computadoras de la editorial Rubinzal Culzoni de Santa Fe y, en cuestión de segundos, se dispararon 37 transferencias bancarias por un total de 11.100.000 pesos.
Se espera que una cuarta integrante de este grupo sea trasladada a Santa Fe para declarar, mientras que otros dos miembros de la asociación ilícita permanecen prófugos y sobre ellos pesa un pedido de captura.
El abogado Ignacio Alfonso Garrone, representante de la Editorial Rubinzal Culzoni, valoró el accionar de la Justicia y del fiscal del caso, Agustín Nigro; reveló que la editorial solo recuperó parte del dinero robado y describió cómo operaba esta banda.
“Dos cabecillas de la organización reclutaban personas en barrios de San Rafael, Mendoza, algunas con vínculos familiares. Les ofrecían la posibilidad de abrir cuentas bancarias a sus nombres y, de esa manera, iban un rédito económico, luego de reportar una comisión a los organizadores”, explicó Alfonso Garrone en el programa Creo, que se emite cada mañana en AIRE.
El 21 de junio del año pasado, la empresa Rubinzal Culzoni -se trata de la editorial jurídica más importante del país-, recibió un malware -un virus externo- en una de sus computadoras.
En ese momento, la pantalla quedó congelada, el virus se apoderó de las claves de uso de homebanking y, en cuestión de segundos, se dispararon 37 transferencias por un monto superior a los 11 millones de pesos.
Las 37 transferencias se produjeron hacia las cuentas bancarias que habían abierto las tres personas que fueron condenadas, quienes representan los eslabones inferiores de esta banda: Federico Gastón González (28 años), Alberto Jesús Morel Sosa (55 años) y Teresa del Carmen García (62 años).
Uno de ellos había abierto la cuenta bancaria de manera presencial, mientras que los otros dos lo hicieron vía online.
Ciberestafa: la ruta del dinero que terminó convertido en criptomoneda
El dinero robado fue directamente transferido a estas cuentas. Pero allí no terminaba la operación: “Los organizadores de la banda les pedían a estas personas que descargaran una aplicación que se llama Bitso, que se utiliza para convertir dinero en criptomonedas. Entonces, ese dinero que ingresó a las cuentas se transformó en criptoactivos, para diluir la trazabilidad de los fondos”, resaltó Alfonso Garrone.
Alrededor del 70% de los 11 millones se convirtió en criptomomedas, mientras que el 30% restante fue la comisión entre estas personas y los organizadores.
– ¿Cómo fue posible detectar a los integrantes de esta banda?
– Los eslabones inferiores habían abierto las cuentas en distintos bancos, con sus propios nombres. Además, habían transferido dinero entre ellos y también reportaban transferencias a los eslabones superiores de la banda.
Desde la aplicación Bitso, cuando el dinero se convierte en criptoactivos, se detecta el IP de la computadora desde donde se llegaron los fondos. Y esta información indicaba a San Rafael, Mendoza.
Pero eso no fue todo. Además, estas personas ya habían sido detectadas en otras estafas a distintas víctimas entre marzo y junio del año pasado. Entre los perjudicados apareció la Municipalidad de Concepción del Uruguay, Entre Ríos.
Por ese caso ya habían sido individualizados los integrantes de esta misma banda, lo que contribuyó al avance de la causa.
– ¿La editorial Rubinzal Culzoni pudo recuperar el dinero robado?
– Pudo recuperar una parte, reintegrada por uno de los bancos. Queda entre el 60 y 70%, que aún no fue recuperada.
Entiendo que los bancos tienen el deber de controlar y de brindar seguridad. En este caso, las personas que habían abierto las cuentas eran prácticamente indigentes. Y los montos de las transferencias no se correspondían con esa situación. Por eso entiendo que sí existe un grado de responsabilidad de los bancos que intervinieron.
La situación de los integrantes de la banda
Dos de las personas que abrieron cuentas bancarias y se prestaron a formar parte de estas estafas fueron detenidas, trasladadas a Santa Fe y condenadas a tres años de prisión en suspenso, como miembros de una asociación ilícita y por estafas a la Editorial Rubinzal Culzoni. La persona encargada de reclutarlos recibió la misma condena.
En estos momentos, queda en la ciudad de San Rafael una joven que es madre de una bebé de pocos meses. Se espera que sea trasladada a Santa Fe a declarar, pero en libertad.
Por último, los eslabones superiores de la banda están prófugos y sobre ellos pesan órdenes de captura. En el caso de ser detenidos, todo indica que permanecerán en prisión como jefes u organizadores de la asociación ilícita.