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Toda actividad implica asumir costos indeseados

No importa la actividad desarrollada por una persona en un contexto determinado. En todos lo casos, significa asumir responsabilidades, aunque en algún momento éstas representen sacrificios.
En general, cualquier actividad humana trae aparejados ciertos beneficios e implica asumir costos indeseados. El cajero de un banco sabe que tiene un sueldo seguro y que no deberá realizar esfuerzos físicos en su trabajo, pero también es consciente de que deberá permanecer durante varias horas al día prácticamente inmóvil y concentrado.
El jugador de fútbol sabe que probablemente cobrará sueldos suculentos, pero es consciente de que si las cosas no les salen bien será insultado por miles de personas cada domingo. Ni siquiera los niños están exentos de esta cruda lógica: asistir a una escuela representa la posibilidad de formación y preparación para enfrentar la vida, pero significa menos horas de juego y distracción.
Carlos Reutemann no asumió su responsabilidad de estar presente en el diálogo convocado por el gobierno de la provincia, porque diecisiete inundados se habían apostado frente a la Casa Gris para insultarlo. Es cierto que estaban exaltados. También es verdad que prácticamente han demonizado la figura del senador y ex gobernador, porque consideran que éste jamás asumió siquiera la remota posibilidad de que, por acción u omisión, haya tenido algo que ver con el avance del Salado sobre la ciudad de Santa Fe.
Ser gobernador, senador o candidato a presidente representa enormes beneficios. Poder, respeto, capacidad de decisión, manejo de fondos públicos. Tanto es así, que incluso la Constitución Provincial y la Constitución Nacional les otorgan fueros para que ni siquiera puedan ser “molestados” por la Justicia mientras ejercen sus cargos.
De hecho, nadie obliga a los políticos a postularse como candidatos para ocupar dichos puestos. Lo hacen porque quieren. Porque son libres de hacerlo, sabiendo que si resultan elegidos deberán sacrificar gran parte de sus vidas privadas porque se transformarán en “personas públicas”.
Al no asistir a la Casa Gris, Reutemann puso sus cuestiones personales por sobre la institucionalidad que su cargo representa. Jorge Obeid, por ejemplo, ingresó a Casa de Gobierno por la puerta de calle San Jerónimo y participó del diálogo.
Ser un hombre público por propia decisión trae aparejado costos, aunque Reutemann no parezca dispuesto a aceptarlo. Es así, no hay vueltas.
 Haber sido dos veces gobernador y otras tantas legislador nacional necesariamente implica haber dejado alguna herida abierta, haber cometido algún error. Negarlo sería de mesiánicos o de necios. Cualquier actividad trae aparejados beneficios y costos indeseados.
Todo ser humano, en mayor o menor medida, está condenado a caminar la vida con esa carga. Nadie puede considerarse inmaculado. Y mucho menos, reclamar que los demás así lo consideren.