Se sabe que, en materia política, dos años pueden representar una eternidad. A estas alturas de las circunstancias, nadie está en condiciones de aventurar qué ocurrirá a partir de ahora y hasta las presidenciales de 2015 en la Argentina.
Es cierto que las legislativas dejaron planteada un expectante abanico de alternativas electorales, con figuras como Sergio Massa, Hermes Binner, Mauricio Macri y Julio Cobos, quienes salieron fortalecidos y confirmaron sus posiciones en distritos clave. Sin embargo, también es verdad que no se puede dar por agotado al kirchnerismo, que tiene por delante la posibilidad de realizar una serie de correcciones en el rumbo y encontrar un candidato atractivo para el electorado.
Hasta el momento, ese candidato parece ser Daniel Scioli, quien ante la convalecencia de Cristina Fernández cargó sobre sus espaldas con una campaña política difícil y con final cantado. Sin embargo, difícilmente en algún momento el kirchnerismo duro deje de ver a Scioli como un extraño dentro de sus propias filas; una suerte de mal menor con el que se está obligado a convivir.
Pero más allá de cómo se posicionará cada sector de cara a las presidenciales, los más importante para el país a partir de ahora será atravesar el largo camino que resta hasta 2015. Serán dos años donde los problemas cotidianos y una coyuntura verdaderamente intrincada pondrán a prueba a gobernantes y gobernados.
En primer lugar, porque hasta el momento el verdadero estado de salud de Cristina Fernández sigue siendo una incógnita. La escasa información oficial y algunos datos contradictorios sobre las causas de su convalecencia, dejan abierto un panorama incierto.
Frente a un estilo absolutamente centralizado y personalista de poder, el estado de salud de la presidente puede convertirse en un factor clave durante los próximos dos años. Se sabe que el vicepresidente, Amado Boudou, carece del apoyo suficiente dentro y fuera de su partido. Tanto es así, que durante estas semanas en las que Cristina debió guardar reposo, salieron a relucir las diferencias que existen en el equipo de gobierno.
La situación económica plantea, sin lugar a dudas, los mayores desafíos para la Argentina que viene. La escalada inflacionaria, el cepo al dólar, la fuga de reservas, el déficit energético y la inequidad en la asignación de subsidios, son algunos de problemas que requieren de medidas urgentes. Para ello, es imprescindible que el gobierno mantenga su iniciativa y esté dispuesto a asumir los costos políticos aparejados por una serie de correcciones que se vienen demorando a lo largo del tiempo.
El avance de la inseguridad representa otra grave preocupación, en un país que no parece del todo consciente de la gravedad del problema. Hace tiempo que el avance del narcotráfico en las principales ciudades colocó a la Argentina cerca de en un peligroso punto sin retorno. Si no se toman las medidas necesarias cuanto antes, pronto será demasiado tarde para evitar que el país transite el mismo camino recorrido por naciones que se vieron desangradas por este flagelo.
Un tercer factor incrementa la incertidumbre sobre los dos años por venir. Se trata del peronismo, un movimiento acostumbrado a los realineamientos masivos y automáticos, cada vez que percibe que el debilitamiento del líder de turno.