Inicio MIRADA Sanatorio Mayo: una muerte, un video y actitudes que abren interrogantes

Sanatorio Mayo: una muerte, un video y actitudes que abren interrogantes

Captura del video registrado por el familiar de la paciente fallecida en el Sanatorio Mayo.

Zulma R. tenía 70 años y falleció este jueves en el Sanatorio Mayo de la ciudad de Santa Fe, donde permanecía internada desde mediados de diciembre por una enfermedad conocida como encefalopatía multifocal regresiva.

La vida y la muerte están en juego a cada instante en cualquier centro médico. No importa si se trata de un hospital público, o de un clínica privada. Tampoco si los pacientes están en las manos del mejor de los profesionales, o de un recién iniciado. Los seres humanos enfrentan un destino inevitable: nacen, viven y, finalmente, mueren.

Sin embargo, en este caso al dolor ineludible generado por una vida que se apaga, se suman circunstancias que resultan conmocionantes: mientras algunos profesionales intentaban afanosamente salvar a la mujer, el hijo de la paciente grabó con su celular a uno de los médicos que aparentaba estar borracho o bajo los efectos de algún tipo de droga o medicamento.

Es verdad que un video no alcanza como prueba concluyente. Pero también es cierto que representa un indicio preocupante. La imagen de este médico (viralizada a través de las redes sociales), que apenas balbuceaba, genera escozor. De manera evidente, no estaba en condiciones de salvar a nadie. Mucho menos de ejercer sus funciones en una clínica.

Según el relato del hijo de la paciente fallecida, terminó enfrentándose a golpes con este médico que, llamativamente, después de lo sucedido abandonó el sanatorio como si nada hubiera pasado.

Tanto fue así, que la policía lo buscó infructuosamente en su domicilio particular y en otros lugares donde suele frecuentar, hasta que lo encontró caminando en la vía pública. Si realmente se hallaba bajo los efectos del alcohol, drogas o medicamentos, hubiera sido mejor realizarle un análisis de sangre cuanto antes. Tal vez se perdieron horas valiosas.

Como suele ocurrir en estos casos, lo sucedido encendió un verdadero debate. Y a estas alturas de las circunstancias, vale la pena poner las cosas en claro.

La Justicia investiga si existió mala praxis y si este médico o algunos de sus colegas cometieron equivocaciones que desembocaron en el fallecimiento de la paciente. El fiscal Roberto Apullán quiere sabe si existió el posible delito de homicidio culposo.

Quizá no sea posible probar delito alguno. Tal vez Zulma R. hubiera fallecido de todas maneras. Aun así, existen otros elementos a tener en cuenta.

Además del video en cuestión, la cuenta de Facebook de este médico mostraba numerosas fotografías en las que se lo veía bajo el aparente efecto del alcohol. Frente a una misión tan importante como la de salvar vidas, un médico no sólo tiene la obligación de ser el mejor profesional posible, sino que también debe ser cauto con su imagen. Quizá por este motivo, poco antes del mediodía la cuenta de Facebook fue dada de baja.

Una serie de preguntas retumban de manera inevitable ante lo sucedido:

– ¿Cómo es posible que los colegas de este médico no se percataran de su estado físico y psíquico en que se encontraba?

– ¿Era la primera vez que sucedía?

– ¿Quién controla en este sanatorio el estado de sus médicos?

– Se sabe que cumple funciones también en el Hospital Cullen. ¿Lo hizo en alguna oportunidad en estas mismas condiciones?

– ¿Por qué desapareció del sanatorio, luego de haberse enfrentado con el familiar de una paciente?

– Si lo encontraron caminando por la vía pública como si nada hubiese ocurrido, ¿quién, en qué momento y por qué motivos dio de baja su cuenta de Facebook?

Hasta el momento en que esta nota fue escrita y publicada, no había sido posible obtener declaraciones por parte de las autoridades del Sanatorio Mayo. Tampoco del Colegio de Médicos de Santa Fe, entidad que tiene la misión de evaluar las conductas éticas y profesionales de sus colegiados. En casos como éste, el argumento elegido para sostener el silencio suele ser que primero se debe conocer el resultado de las investigaciones judiciales.

Es verdad que nadie está exento de cometer errores, que tal vez no haya existido delito alguno o que, si existió, quizá no sea posible probarlo.

Aun así, lo sucedido genera dudas profundas sobre la atención médica y sobre la manera en que se ejercen controles sobre los profesionales de la medicina.

No sólo la Justicia deberá brindar respuestas. Al menos por ahora, algunos silencios retumban y solo contribuyen a acrecentar los temores y las peores sospechas.

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