Esta nota fue publicada en airedesantafe.com.ar
“Nadamos mucho tiempo entre el miedo y la esperanza… hoy ganó el miedo… Porque a la esperanza se la comieron los que ponen una firma… ahí en una oficina fría donde sólo somos un número… maldito dinero… maldito poder. Te negaron seguir peleándola… seguir grabando en tus hijos, en tu familia, en tus amigos; más recuerdos. Sabemos que hay un final que no elegimos, pero me duele pensar que este final lo marcara un ser humano y no Dios, ni el destino”.
Este informe periodístico tenía nueve protagonistas, aunque seguramente podrían haber sido muchos más. Pero Daniel Quiroga jamás podrá leerlo, ni ver la foto que con una sonrisa envió hace apenas 76 horas para que fuera publicada: el viernes 30 de abril contó a Aire Digital que desde hacía dos meses el Iapos le negaba los medicamentos que sus médicos prescribían, y en la madrugada de este domingo 2 de mayo falleció en su casa, rodeado de sus seres queridos. Daniel hubiera muerto de todos modos, pero sus médicos insistían que con la medicación adecuada el desenlace podía llegar más adelante.
Mónica Alvarez (47 años); Gonzalo Giacomino (16 años); Alejandra Iglesias (45 años), Iván Solís (6 años); Andrea González (51 años); Milton Moreno (7 años), Nilda Ríos (56 años), Dora Gómez (69 años), son otros ocho nombres de personas que enfrentan dificultades parecidas.
Seguramente ninguno de ellos sepa de la existencia de los otros, pero entre todos existen circunstancias comunes: padecen enfermedades graves o poco frecuentes, son afiliados del Iapos y no reciben los medicamentos que los médicos les prescriben.
Cada uno a su manera, atraviesa un verdadero calvario para conseguir las medicinas que necesitan. Algunos imploran, otros se organizan con afiliados que sufren situaciones similares. Hay quienes apelan a las redes sociales o acuden a la Justicia en busca de las respuestas que no encuentran desde su obra social. Y también están los que mueren en el intento de ser escuchados.
Según lo que todos ellos cuentan, las historias son similares. Sobre todo con los pacientes oncológicos, a quienes se les pide un papel, luego otro y después otro. Cuando logran completar la documentación, el primer certificado presentado suele estar vencido. Para algunos, si hay respuestas llegan demasiado tarde.
Desde el 22 de marzo de este año, Aire Digital viene publicando una serie de informes periodísticos en los que se describe de qué manera el Iapos aplica un sistema de virtual tercerización para la compra y entrega de medicamentos a sus 580 mil afiliados de toda la provincia. Y lo hace a través del Colegio de Farmacéuticos de Santa Fe, que en el último año recibió aproximadamente 7 mil millones de pesos por este acuerdo y que durante el próximo año esta cifra podría elevarse a 9 mil millones de pesos.
Al menos hasta el momento, sólo dos diputados de bloques minoritarios -Carlos Del Frade y Betina Florito- y un puñado de empleados de Iapos indignados por la situación reaccionaron de alguna manera. Mientras tanto, el gobierno, los sectores políticos de partidos mayoritarios, los sindicatos que representan a empleados públicos provinciales, municipales, docentes y judiciales, no mostraron ningún signo de reacción. Lo que se impone es el silencio, aunque por lo bajo todos y cada uno reconoce que las cosas no funcionan como deberían.
El Iapos es el único organismo de salud de la provincia –tanto público, como privado– que terceriza de manera total la compra de los medicamentos. De hecho, el Ministerio de Salud de Santa Fe, cada uno de los hospitales provinciales, las clínicas, los sanatorios y el resto de las obras sociales, realizan llamados a licitaciones o concursos de precios para obtener los menores costos. Lo mismo sucede con las obras sociales provinciales de Buenos Aires, Córdoba o Entre Ríos, por citar sólo algunas provincias limítrofes.
Durante los últimos años, los controles de la obra social sobre la manera en que el Colegio de Farmacéuticos se redujeron de manera casi total. Según denuncian los propios empleados de Iapos, cuando un afiliado del Iapos se presenta en una oficina de su obra social para reclamar por algún medicamento, lo atiende un empleado del Colegio de Farmacéuticos. Y cuando el mismo afiliado decide reclamar a través del 0-800 o en el Whatsapp de su obra social, le responde un empleado del Colegio de Farmacéuticos de Santa Fe.
Daniel Quiroga falleció esperando
Daniel Quiroga tenía 56 años y era el papá de Facundo Quiroga, un deportista paralímpico santafesino que en los últimos tiempos representó al país en distintas competencias de automovilismo, karting adaptado y bicicleta adaptada.
Hace unos cinco años, a Daniel le diagnosticaron cáncer de riñón y desde entonces la peleó con fuerza. En junio de 2019, detectaron que el cáncer había llegado a sus huesos.
El viernes último una de sus hijas, Paula, contó lo que su papá estaba atravesando: “Hace dos meses que Iapos rechaza la entrega de todo medicamento oncológico para mi papá. Nos dicen que a estas alturas de su enfermedad sólo necesita medicinas para el dolor, pero los médicos que lo atienden dicen otra cosa. Ya son cuatro medicamentos que los médicos recetan y no tenemos respuestas. En otras palabras, nos dicen que nuestro papá se va a morir y que no hay nada para hacer”.
Paula dijo el viernes pasado que frente a esta situación Daniel hacía dos meses que sólo tomaba medicamentos para el dolor: “Son medicamentos muy caros los que estamos pidiendo y ya no sabemos qué hacer. Podemos hacer rifas un mes, pero al mes siguiente nos quedaríamos sin dinero. Y por el coronavirus mi papá no está internado en una clínica, sino en casa”.
Daniel terminó falleciendo este domingo en su casa, rodeado de sus afectos. Los médicos aseguraban que, de haber recibido la medicación que prescribían, su desenlace podía haberse dilatado.
“Te negaron seguir peleándola… seguir grabando en tus hijos, en tu familia, en tus amigos; más recuerdos. Sabemos que hay un final que no elegimos, pero me duele pensar que este final lo marcara un ser humano y no Dios, ni el destino”, escribió su esposa Analía este domingo.
El caso de Mónica y su hijo de 16 años
Mónica Álvarez es docente, tiene 47 años y vive en Carcarañá, a 60 kilómetros de Rosario. Padece de una enfermedad poco frecuente que afecta su sistema inmunológico de manera progresiva, a tal punto que ya es oxígeno dependiente por problemas en los pulmones.
Pero no sólo ella sufre esta patología. Su hija Camila falleció cuando apenas tenía seis años. Lo que comenzó como una simple llaga en la boca terminó convirtiéndose en una infección generalizada.
Su hijo Gonzalo Giacomino tiene 16 años y también está enfermo. Y no sólo deben enfrentar las dificultades que genera esta patología, sino además las complicaciones que se generan cada vez que los médicos les recetan medicamentos que deberían ser cubiertos por Iapos.
Hace algunos meses, la situación se tornó insostenible. Cansada de golpear puertas, de reclamar al 0800 de Iapos y de buscar ayuda, Mónica decidió subir a su Facebook un video que se hizo viral.
“Primero no se la querían autorizar y nos decían que el médico estaba pidiendo demás. Como si nosotros tuviéramos ganas de tomar medicamentos”, reclamó Mónica.
“Llegamos a un punto en que teníamos que sacar un crédito para pagar los medicamentos. Era levantarme y llorar por Iapos. La situación por la que atravesamos es desesperante. Mi hijo tenía hongos en todo el cuerpo. Incluso en los pulmones. En la farmacia nos dijeron que nos tenían que cambiar un medicamento por otro, pero el médico insistía en que no lo hiciéramos. El nuevo medicamento que nos dieron le causó una reacción adversa a mi hijo”, agregó.
Mónica dijo que el medicamento que le negaron cuesta alrededor de 6.000 pesos: “Para ellos no es nada, pero para nosotros es una fortuna. Por momentos me quedo sin medicación por 25 ó 30 días. Llegamos a vender pastelitos y pollos para pagar la cuenta en la farmacia”.
“Ellos -insistió- te van empujando y no queda otro camino que agachar la cabeza, llorar y aceptar…”.
El caso de Alejandra Iglesias
Alejandra Iglesias tiene 46 años y es personal municipal como administrativa en el área de Tránsito. Ella es diabética y debe tomar Metformina 500 mg: “Estoy sin medicación desde hace tres días. En la farmacia me dicen que no me la pueden dar porque me piden que vaya al médico todos los meses para que complete una planilla. Pero hace menos de un mes ya se las entregué. Además, soy persona de riesgo, no quiero arriesgarme a salir de casa y el médico no me dará otra planilla porque no se cumplieron 30 días desde la última vez”.
“En la farmacia me dicen que no saben por qué Iapos hace esto. No sé a quién reclamar. Es una vergüenza. Para colmo, mi marido debe ser operado pero no lo intervienen por la pandemia. Y tengo un hijo que padece Síndrome de Poland. Con mi sueldo no alcanza y no tengo cómo pagar mis medicamentos”, remarcó.
El caso de Iván Solís
Rocío Solís es docente de primaria y mamá de Iván, quien cumple seis años en agosto próximo. Iván nació con síndrome de Down y síndrome de West. Padece parálisis cerebral y encefalopatía epiléptica.
Iván necesita por mes cinco frascos de una droga que se llama ácido valproico, pero desde hace dos meses el Iapos sólo le reconoce cuatro frascos. Pero no es el único problema que padecen.
Rocío contó que, al igual que a otros pacientes consultados por Aire Digital, “en la farmacia te dicen que te deben cambiar el medicamento. En el caso de Iván, dejaron de reconocernos un medicamento importado y nos daban uno nacional. Pero los médicos de Iván en el Instituto Fleni de Buenos Aires nos explicaron que no podíamos cambiar el remedio porque tienen distintos excipientes. Que no podemos jugar cambiando de marca porque en estos pacientes complejos puede ser peligroso”.
“No entiendo qué está pasando con Iapos. Es nuestra obra social y juegan con la salud. Lo que vivimos es muy doloroso para toda mi familia. Sobre todo, por sufrir este destrato”, insistió.
El caso de Andrea González
Andrea González tiene 51 años, trabajaba en el Hospital Vera Candioti y padece esclerosis múltiple, por lo que permanece en silla de ruedas.
“Desde hace años venía tomando un medicamento para controlar mi enfermedad, pero en la farmacia me lo cambiaron por un genérico. Lo hicieron sin avisarme. Lo empecé a tomar y tuve un episodio. Me caí en el baño y me salvó la enfermera que estaba acompañándome”, relató.
Cansada de reclamar, con su familia decidieron comprar el medicamento que necesita de manera particular: “No me puedo arriesgar. Con otras personas en una situación parecida fuimos al Iapos de calle San Martín para pedir explicaciones. Estaba todo cerrado con rejas. Igual logramos pasar hasta que la policía les pidió a las autoridades de Iapos que nos atendieran. Salió el director y nos atendió debajo de un árbol. Luego permitieron el ingreso de pocas personas. Pero desde entonces no tuvimos ninguna respuesta sobre nuestros medicamentos”.
El caso de Milton Moreno
Gabriela Mehauod es la abuela de Milton Moreno, que tiene siete años. Ella está a cargo de su nieto, a quien hace dos años le descubrieron una enfermedad progresiva y degenerativa conocida como síndrome de Leigh: “Debe evitar cualquier tipo de infección. Milton dejó de reírse, de llorar y tiene problemas en el habla, pero gracias a los medicamentos la enfermedad se frenó”.
Sin embargo, “hace tiempo que estoy peleando con Iapos para que nos reconozca los medicamentos. De los cuatro remedios que nos indica el médico, sólo nos están reconociendo uno. Vendemos locro y empanadas para poder comprarlos, pero este mes que pasó tuvimos problemas personales y no logramos reunir el dinero”.
“Nos dicen que a mi nieto le quedan dos años de vida, pero yo no me resigno. Y si lo vamos a tener por poco tiempo, queremos que viva de la mejor manera posible. Pero para eso necesitamos los medicamentos. Ahora confiamos en Dios, que tendrá la última palabra”, dijo Gabriela.
El caso de Nilda Ríos
Nilda Ríos tiene 58 años, trabaja en el corralón municipal y hace más de 20 años cayó del décimo al cuarto piso en uno de los ascensores que funcionan en el edificio de la Municipalidad de Santa Fe.
Desde entonces, necesita una serie de medicamentos “para el dolor, para dormir y para los nervios. Pero hace cinco meses que no puedo retirar los medicamentos de Iapos porque en lugar de un certificado, ahora me piden tres. Me piden más y más cosas. Llevo las órdenes, vuelvo, se vencen las órdenes. Ya debo dinero que pedí prestado para comprar los medicamentos”.
El accidente le provocó a Nilda una discapacidad de por vida: “Desde que dejaron de reconocerme los medicamentos retrocedí. Fui a golper puertas, fui a Derechos Humanos, a la Defensoría del Pueblo, a Defensa del Consumidor. En Iapos nadie me da una respuesta, aunque mi certificado médico se vence recién en 2024. Ya no puedo más. Estuve un año internada en el hospital y otro año en un sanatorio. Pero ahora me encuentro con esto”.
El caso de Dora Gómez
Analía Godoy es la hija de Dora Gómez, una mujer de 69 años que en 2003 sufrió un aneurisma cerebral que le provocó secuelas de por vida.
“Mi mamá recibía la medicación sin problemas, pero empezaron a reconocernos cada vez menos remedios. Ella necesita dos cajas mensuales de un remedio, pero en la farmacia me empezaron a decir que Iapos sólo me reconocía una caja. Yo estoy a cargo de mi madre y no tengo dinero para comprar los medicamentos. En un momento decidimos reducirle la dosis, pero ella convulsionó”, recordó Analía.
En estos momentos, en el hogar para ancianos donde vive Dora ayudan a la familia y se hacen cargo de conseguir el medicamento que el Iapos dejó de proporcionarles: “A Iapos dejé de pedirle, porque me cansé. Me está ayudando la gente del hogar porque conocen la situación. Saben que estoy sola con mi mamá”.
Los afiliados de Iapos reciben sus medicamentos a través del Colegio de Farmacéuticos de Santa Fe. Según este convenio, el 82% del dinero que se le entrega al Colegio se destina a la compra de medicamentos oncológicos y especiales.
Las quejas por el mal funcionamiento de este acuerdo no sólo provienen de afiliados, sino también de empleados de la obra social que manifestaron a través de los sindicatos Aspi y UPCN la necesidad de modificar el actual esquema. Incluso, Aire Digital reveló la existencia de informes internos del Iapos que hablaban de estos problemas.
Frente a estas publicaciones periodísticas, los diputados provinciales Carlos Del Frade y Betina Florito presentaron en la Legislaturas dos pedidos de informes sobre la situación.
El convenio entre Iapos y el Colegio de Farmacéuticos de Santa Fe se renovó en diciembre de 2020 y vencía en marzo de 2021. Al menos de manera oficial, no se conoce si las partes ya arribaron a un acuerdo sobre el nuevo acuerdo.