Los narcos se estarán frotando las manos

Si algo faltaba para agravar la situación frente al avance del narcotráfico en Rosario, era que funcionarios provinciales y judiciales debatieran públicamente sobre la posible ilegalidad de los procedimientos que se vienen realizando para desarticular uno de los grupos más violentos, conocidos como la Banda de los Monos.

El que prendió la mecha fue el defensor general, Gabriel Ganón: dijo que los operativos son una "puesta en escena del gobierno" y que, a pesar de tratarse de un delito federal, actúa un juez de la provincia. En el mismo sentido, el fiscal federal de Rosario, Juan Murray, pidió la nulidad de todo lo hecho hasta ahora en la causa.

Les contestaron el ministro de Justicia, Juan Lewis, y el procurador de la Corte, Jorge Barraguirre, quienes contradijeron las posturas del fiscal y del defensor, aduciendo que en estos casos, además de narcotráfico, se investigan delitos como homicidios, cohecho, extorsión y asociación ilícita.

Si Ganón y Murray tuviesen razón y los procedimientos fueran declarados nulos en el futuro, las autoridades provinciales deberán asumir sus responsabilidades por semejante desprolijidad.

Pero más allá de las discusiones jurídicas -que no deberían producirse en público ante una situación tan delicada como la que vive Rosario-, resulta evidente que la política se ha filtrado también en la lucha contra el delito.

No es casual que el hiperkirchnerista Andrés Larroque haya hablado livianamente del "narcosocialismo" santafesino. En la provincia, y sin poner en dudas sus cualidades en materia jurídica, son inevitables las suspicacias que despierta la pertenencia de Ganón a la Fundación Igualar (www.fundacionigualar.org.ar), organización peronista presidida por Fernando Rosúa, hijo de un ex ministro de Jorge Obeid.

Tampoco resulta descabellado suponer que, en algún momento, el socialismo se ampare en esta evidente politización del tema para disimular sus propias debilidades en materia de seguridad.

A todo esto, ¿qué pensarán los narcos?, ¿leerán los diarios desde sus escondites o desde la cárcel?, ¿se frotarán las manos mientras los que deberían unirse en la lucha contra el delito desnudan públicamente sus diferencias?