A principios de agosto, el diario colombiano El Tiempo publicó un informe que dejó perplejos a muchos. La investigación periodística reveló el fenómeno que en los barrios pobres de Medellín se viene produciendo a partir de la aparición de un álbum de figuritas para niños que provoca verdadera devoción, incluso, entre adolescentes.
Hasta allí no parece tratarse de un hecho demasiado interesante o novedoso. Sin embargo, lo que realmente preocupa y se transforma en un auténtico llamado de atención, es el tema sobre el que versa la publicación: las imágenes que niños y adolescentes compran con tanto entusiasmo están relacionadas con la vida de Pablo Escobar, el mítico narcotraficante que durante una década mantuvo en vilo a gobiernos, fuerzas de seguridad y a toda una sociedad aterrada por la violencia y el poder de este delincuente.
El fenómeno se produce a casi 20 años de la muerte de Escobar, a quienes muchos llamaban El Patrón. Si bien los chicos no conocieron en vida al narcotraficante, su figura adquirió relevancia nuevamente en Colombia luego de que el Canal Caracol de TV pusiera en pantalla una serie llamada “El patrón del mal”.
Escobar murió en diciembre de 1993, pero su figura y su influencia continúan presentes. Muchos siguen rindiéndole devoción, luego de que comandara el Cartel de Medellín desde principios de los años ochenta.
El fenómeno colombiano puede parecer lejano desde la Argentina. Sin embargo, hace tiempo que la droga, la violencia y el delito, vienen echando raíces profundas en amplios sectores sociales que descubren allí los modelos de vida que no encuentran en otros ámbitos.
En el programa Palabra, recientemente emitido por Cable & Diario, el psiquiatra Oscar Pellegrini, coordinador de Abordajes Territoriales del gobierno de la provincia, dijo que no confía demasiado en las encuestas que realiza el Sedronar con niños y adolescentes, a quienes se les consulta si consumieron drogas.
La desconfianza radica en que, para muchos, “decir que se ha consumido cocaína o paco da chapa”. En definitiva, para el especialista, en numerosos casos los consultados mienten y aseguran ser consumidores de drogas duras porque de esa manera logran la aceptación y ascendencia entre sus pares que, de otra manera, les sería muy difícil de alcanzar.
En el mismo sentido, Horacio Tabárez, psicólogo rosarino especialista en drogadependencia y coordinador de la organización Vínculos -trabaja en la recuperación de adictos-, acaba de declarar en un programa que se emite por Canal 3 de esa ciudad, que los chicos de barrios marginales juegan a ser narcos y los adolescentes son contratados para custodiar puestos de venta de estupefacientes o “cocinas” de cocaína .
El narcotráfico comienza a convertirse también en la Argentina en un hecho cultural, socialmente aceptado: niños que juegan a ser narcos y adolescentes que encuentran allí su primer trabajo.
En otras palabras, las reglas del juego cambian y, si no se reacciona a tiempo, el destino parece estar trágicamente escrito.