Esta nota fue publicada en Aire Digital
Cuando el 15 de noviembre de 2024 la Municipalidad de Santa Fe anunció que solo habilitaba como balneario la playa de la Costanera Este de la Laguna Setúbal -y que se prohibía el ingreso al agua en el Espigón I y II, la Playa Grande y la Playa Sur-, quedó claro que algún problema existía sobre la margen oeste del espejo de agua.
Se trata de preguntas elementales. Casi obvias. Sobre todo, porque desde hace años las distintas gestiones municipales vienen habilitando las playas de la costanera oeste solo como solariums, prohibiendo de esta manera que la gente ingrese al agua.
Obtener información certera sobre este tema no parece fácil. Básicamente, porque resulta evidente que no existe demasiada rigurosidad en los datos, porque la calidad del agua de la Setúbal nunca fue una prioridad en la agenda pública de Santa Fe y porque, de confirmarse la existencia de problemas más o menos serios, implicaría destinar esfuerzos importantes para encontrar soluciones que nunca serían definitivas.
Laguna Setúbal: por qué no son rigurosos los datos sobre calidad del agua
El 22 de enero pasado -hace apenas cinco días- AIRE publicó un informe titulado “Contaminación en la Laguna Setúbal: una cláusula de confidencialidad impide acceder a información precisa”.
A partir de entonces, se produjo una suerte de efecto dominó:
- 23 de enero: se publicó un segundo informe, informe titulado “Laguna Setúbal: 30 preguntas sin respuestas y una oportunidad de cambio”.
- 24 de enero: la Municipalidad de Santa Fe reconoció el problema, aseguró que trabajarán para brindar mayor transparencia a los controles sobre la Laguna y adelantó que convocará al Ministerio de Ambiente y a Assa para trabajar en conjunto, en la búsqueda de posibles conexiones cloacales clandestinas.
- 25 de enero: el Ministerio de Ambiente y Assa expresaron su predisposición a trabajar en el problema junto a la Municipalidad de Santa Fe. Assa explicó de qué manera controla de forma permanente la calidad del agua cruda que llega a la toma ubicada frente al Club Regatas, para su posterior potabilización.
Este lunes 27 de enero, se sumó la voz que faltaba: la Universidad Nacional del Litoral explicó en qué consiste la cláusula de confidencialidad sobre los resultados de los análisis de agua, por qué existe y de qué manera se podrían hacer las cosas para que la ciudad cuente con información precisa sobre los posibles niveles de contaminación de la Laguna Setúbal.
“Esa cláusula existe porque a nosotros nos traen las muestras. No las recolectamos nosotros”, develó Javier Lottersberger, secretario de Vinculación y Transferencia de la UNL.
Esto significa que la Universidad no se hace responsable de manera absoluta de los resultados de los estudios, porque no puede garantizar que las muestras hayan sido tomadas de manera adecuada.
“No es lo mismo tomar la muestra de agua en la costa, que a mitad de la Laguna. No es lo mismo con unas condiciones ambientales o en otras. Nosotros descartamos que la Municipalidad tiene gente idónea para hacerlo, pero nosotros solo damos el resultado de una muestra que nos traen. Es un dato más que toma la Municipalidad para determinar si habilita o no una playa”, explicó en el programa Creo, que se emite cada mañana en AIRE.
Lottersberger subrayó que la UNL no tiene inconvenientes en encargarse de la toma de las muestras. Para que esto suceda, debe firmarse un convenio específico con la Municipalidad, como el que existió hace aproximadamente 15 años.
“Cuando Mario Barletta era intendente, teníamos un convenio para realizar monitoreos en la Laguna Setúbal, pero desde entonces ya no existe más. Había un protocolo. Se acordó con la Municipalidad y se hizo durante un tiempo desde la Facultad de Bioquímica. Se encargaba la profesora Beatriz Lerman -falleció en 2021-. El objetivo era conocer cuál era el estado en el tiempo de la Laguna, cómo iba evolucionando”, recordó.
Desde entonces, la Municipalidad se encarga de tomar las muestras de agua y llevarlas al laboratorio de la UNL, como lo hacen numerosos particulares o empresas todos los años. Para eso, lo que se firma es una simple Orden de Trabajo, en la que aparece esta cláusula de confidencialidad: “Pero si el cliente necesita difundir los datos, se notifica a la UNL y se acuerda la forma de hacerlo”, aclaró Lottersberger.
Existe otro elemento a tener en cuenta: “En la Argentina no hay parámetros para establecer si las aguas recreativas son aptas. Si alguien nos trae agua de pozo, tenemos parámetros para determinar si es o no potable. Pero con aguas recreativas es más complejo”.
“Hay datos a nivel internacional. Se puede ver qué ocurre en Estados Unidos y en Europa con lagunas similares, pero no es algo que se haga de un día para el otro. Hay que hacer estudios, lleva tiempo y dinero”, resaltó.
Oportunidad de cambio
A estas alturas de las circunstancias, es evidente que el cuidado de la calidad de la Laguna Setúbal nunca fue una política de Estado en la ciudad de Santa Fe.
En 1998 -hace ya 26 años- una licenciada en Biodiversidad, Teresa Huerta, expuso el problema por primera vez. El tema llegó a la Justicia, que ordenó un relevamiento de los desagües que desembocan en la Setúbal.
Durante la segunda mitad de 2020, frente a la bajante histórica de la Laguna, el concejal Carlos Suárez sugirió que se realizaran las inspecciones correspondientes, ya que los desagües pluviales habían quedado expuestos y era una buena posibilidad para controlar si existían conexiones clandestinas. También expresaron su preocupación otros concejales del peronismo.
Por aquellos días, la Ing. en Recursos Hídricos, magister en Gestión Ambiental y doctora en Educación de las Ciencias Experimentales, María Angélica Sabatier, contó públicamente que había relevado siete desagües pluviales activos en la Laguna, incluso cuando no llovía.
En septiembre de 2022, integrantes del Movimiento por el Agua (Mopea), expresaron públicamente su preocupación por el estado de los desagües pluviales que desembocan en la Laguna, donde encontraron agua negra estancada y “con un fuerte olor”, según los registros periodísticos.
Si en algún momento el control de la calidad del agua de la Laguna Setúbal se convierte en un tema prioritario para Santa Fe y se transforma en política de Estado -más allá del gobierno de turno-, la agenda de trabajo no parece esconder grandes secretos.
A partir del diagnóstico de situación actual, surgen algunas medidas esenciales para el corto, mediano y largo plazo:
- Firmar un nuevo convenio con la UNL o con cualquier otro laboratorio, para que se garantice la trazabilidad de las muestras y la ciudad cuente con datos certeros sobre la calidad del agua de la Laguna Setúbal.
- Establecer desde el Municipio o desde el Concejo Municipal parámetros para el uso recreacional de la Laguna.
- Hacer pública la información sobre la calidad del agua.
- Rastrear la existencia de posibles desagües clandestinos, sellarlos y sancionar a los responsables.
- Sostener estos controles a lo largo del tiempo.
Parecen medidas simples, pero implican decisión política, inversiones económicas y voluntad de cambio.
Quizá sea el momento de decidir si este tema se convierte, o no, en política de Estado para la ciudad. Preservar la calidad del agua de la Laguna Setúbal, nunca fue prioridad para Santa Fe.
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