La falta de recursos atenta contra los contenidos periodísticos

Los diarios ya no podrán revivir su pasado lucrativo. Investigar es demasiado caro para los actuales presupuestos. En Estados Unidos estamos en los albores de un periodismo investigativo sin fines de lucro -sustentado por fundaciones y universidades-, pero todavía no queda claro cómo será su futuro”, aseguró James Rowe, ex periodista del The Washington Post que disertó en la ciudad con motivo de los 80 años de Radio Universidad de Santa Fe.
La industria de los diarios norteamericanos facturó en 2006 un total de 60 mil millones de dólares, pero el año pasado apenas ingresó la mitad de ese dinero. La mayor fuente de ingresos, que son los avisos publicitarios, cayó notablemente, mientras que aumentó en los sitios web.
Los periódicos norteamericanos han reducido personal y salarios; aumentaron los precios y reducido sus trabajos de investigación. En 2000, había 56.400 periodistas en las redacciones de los Estados Unidos, según la Sociedad Estadounidense de Editores de Noticias. Hoy hay 41.500, lo que representa una caída superior al 25{e84dbf34bf94b527a2b9d4f4b2386b0b1ec6773608311b4886e2c3656cb6cc8c}. Tanto la cobertura nacional, como local o extranjera, se han visto afectadas.
Durante las cuatro décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, diarios como The New York Times, The Washington Post, Los Angeles Times y Chicago Tribune, por mencionar algunos, pudieron invertir fuertemente en la recolección de noticias y obtener ganancias importantes.
Pero los tiempos han cambiado. Los lectores se fueron hacia Internet o, simplemente, dejaron de leer. Los avisos clasificados también migraron hacia sitios web no controlados por los periódicos, muchos de los anunciantes tradicionales sufrieron la crisis económica.
“El área más costosa y que insume mayores recursos, el periodismo de investigación, también está pasando un momento difícil. Hay muy poca información fidedigna que refleje el impacto real sobre esta tarea. Pero quizá, la caída del número de participantes nominados para premios por periodismo de investigación, sea un buen indicador”, advirtió Rowe.
No sólo los periódicos sufren la crisis financiera: también la televisión tradicional, tanto los canales locales como las grandes cadenas, sufren estos problemas y la misma reducción de la cobertura. “En Washington, una reportera de investigación fue despedida luego de recibir un premio por su trabajo”, resaltó.

Organizaciones en la web

Rowe explicó que, a medida que disminuyen las fuentes tradicionales de noticias, surgen muchas organizaciones en la red, mayoritariamente sin fines de lucro, que llenan este vacío en la cobertura de investigaciones periodísticas.
En este ámbito, organizaciones que existen desde hace mucho tiempo, como el Centro para la Integridad Pública y el Centro de Periodismo Investigativo, han ganado nuevos espacios. Sin embargo, el sitio preeminente en periodismo de investigación es actualmente el denominado Propublica, fundado en 2008. En 2010 ganó junto al New York Times el Premio Pulitzer por su cobertura sobre víctimas fatales en hospitales luego del huracán Katrina. Como para acentuar su influencia, volvió a ganar el Pulitzer este año por su investigación sobre malversación de fondos en Wall Street, publicada solamente on line. Fue el primer Pulitzer por un trabajo que no apareció en la prensa escrita.
Propublica está dirigida por Paul Seiger, que fue director editorial del Wall Street Journal. El sitio publicó cientos de reportes en colaboración con organizaciones como el New York Times, Washington Post, Boston Globe y el programa 60 minutos de la CBS.
Rowe explicó que “existe una creciente colaboración entre estas nuevas instituciones, de modo de aumentar los recursos para producir reportes de calidad. En julio de 2009, varias de estas organizaciones se unieron y formaron una red llamada Investigative News Network. Hoy tiene 51 miembros. Hace un año apenas contaba con 33”.
Pero “a pesar de todo y del entusiasmo, hay que decir que estas organizaciones siguen siendo demasiado pequeñas y sin fondos suficientes como para compensar la pérdida del personal de las redacciones de los grandes diarios”, advirtió.
Para James Rowe, “el futuro económico de estos sitios es dudoso. Si bien el modelo comercial de los medios dominantes está quebrado, la mayoría de estas organizaciones carece de modelo alguno. La pregunta es hasta cuándo podrán subsistir con un apoyo filantrópico”.
También aparecen cuestionamientos éticos: “¿Qué tipo de financiamiento es aceptable? ¿Cuán abiertas deben estar estas organizaciones a recibir donaciones?”.
“Estamos en los albores de un periodismo sin fines de lucro en Estados Unidos, pero todavía no queda claro cómo será su futuro. Las organizaciones nuevas necesitan fondos. Pero no siempre resulta sencillo definir quién es un benefactor aceptable”, explicó.
Cuando Chuck Lewis fundó el Center for Public Integrity en 1990, confeccionó una lista de fuentes de financiamiento no aceptables, “y se dio cuenta de que probablemente no le quedaría nadie a quien solicitar fondos”.
Y una vez que se decide el criterio con el que se aceptan donaciones, las organizaciones deben generar algún tipo de distancia entre los donantes y los periodistas, “algo así como la pared que separa la redacción de un diario del departamento de publicidad”.
Rowe planteó que “así como los periodistas no escatiman esfuerzos para mencionar siempre a sus lectores sus fuentes informativas, los usuarios de estos nuevos sitios periodísticos deben estar al tanto de quiénes son los patrocinadores. Muchas de estas organizaciones publican una lista de sus benefactores principales, aunque no siempre es fácil encontrarla dentro del sitio”.
Pero no sólo el financiamiento es un problema. “Otro inconveniente es la supervisión del trabajo, porque la mayoría del personal es part-time en estas organizaciones. Cuando uno trata con trabajadores autónomos en lugar de empleados en relación de dependencia, es más difícil poner límites a ciertas actividades externas o paralelas”.
El periodismo de investigación sin fines de lucro crece en los Estados Unidos. En Argentina hubo una experiencia importante: “Fopea (Foro de Periodismo Argentino) realizó tres investigaciones de primer nivel con ayuda económica del Knight Center de la Universidad de Texas. Pero el dinero se terminó, y se terminaron las investigaciones”.

JAMES ROWE
Periodista especializado en Economía, fue durante 35 años editor y reportero de The Washington Post, diario que descubrió la trama secreta del “Watergate”, que terminó con la presidencia de Richard Nixon.

Ingresó en 1971 para cubrir temas vinculados con la política económica norteamericana y mundial, y en particular la rusa. En 1979 pasó a ser corresponsal financiero del matutino en Nueva York. En 1982 regresó a The Washington Post para seguir con la cobertura económica durante la crisis de América Latina en la década del 80. En 1987 comenzó a desempeñarse como editor en la redacción del diario y en 2000, creó la edición temprana dominical de The Washington Post.

Desde 2006 se desempeña como editor de Finance and Develop y es miembro de Fopea y del directorio de World Press Institute