Esta nota fue publicada en AIRE DIGITAL.
A Julio Donato Bárbaro no le contaron la historia argentina de las últimas seis décadas, sino que la vivió como protagonista. Este licenciado en Ciencias Políticas de 80 años, militó desde joven en el peronismo. Fue diputado nacional entre 1973 y 1976 -durante las presidencias de Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón e Isabel Martínez-, hasta que llegó la dictadura militar. Fue secretario de Cultura de la Nación entre 1989 y 1991, hasta que se convirtió en un verdadero denostador de las gestiones menemistas. Entre 2003 y 2008, estuvo a cargo del Comité Federal de Radiodifusión, durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
En el programa Creo, que se emite cada mañana por Aire de Santa Fe, Julio Bárbaro no anduvo con vueltas. Dijo que “el albertismo se disolvió”, que “Cristina asume el final de su rumbo de poder” y que “Massa no tiene nada que ver con el kirchnerismo”.
– El peronismo siempre tuvo un liderazgo definido. Pero ahora tenemos a Cristina Fernández, a Alberto Fernández, a Sergio Massa. ¿Cómo describe la foto actual del peronismo, del gobierno y del país?
– Primero, no creo que esto se parezca al peronismo en nada.
El peronismo fue una instancia que tenía una concepción de la sociedad que Cristina nunca tuvo. Yo he hablado mucho con ella, y la verdad es que no quería ni escuchar hablar de Perón.
El radicalismo también tuvo su situación de deformación: pasó de la Internacional Socialista con Raúl Alfonsín, a acompañar a Mauricio Macri.
El pensamiento político argentino se ha devaluado en su conjunto.
Nosotros no podríamos definir a Sergio Massa por su rumbo político, porque no sabemos cuál es. Sí conocemos a los sectores económicos que lo apoyan.
Entonces, en Argentina, en principio, la política dejó de pertenecer a los partidos y las ideas se corrieron para dejar lugar a los intereses.
– Pero la llegada de Massa necesitó indefectiblemente del apoyo de Cristina y de Alberto, a pesar de que piensan diferente.
– Lo de Alberto era una agonía… la sociedad estaba en la angustia de si llegaba o no al momento de entrega del poder. Había desesperación.
Massa nos saca de la agonía y tiene una fortaleza que, podemos estar de acuerdo o no, pero se sostiene.
El albertismo se disolvió… Fue triste, fue patético, fue una expresión política sin ningún contenido. Nadie entendió para dónde quería ir Alberto. Pareciera que él tampoco.
Se terminó la etapa de Alberto y viene alguien que sabe dónde quiere ir. Podemos estar o no de acuerdo. Pero hay un rumbo. No hay un extravío como el de Alberto Fernández.
– ¿Y cómo queda la figura de Cristina en este contexto, como la dirigente de mayor fortaleza que acepta a alguien totalmente distinto, como Massa?
– Cristina asume el final de su rumbo de poder. Si nos ponemos a mirar y escuchar las visiones de los kirchneristas, están desesperados. Massa no tiene nada que ver con el kirchnerismo.
El kirchnerismo se imagina a sí mismo de izquierda. Pero Massa tiene una visión mucho más pragmática de la política. Cristina asume el correrse.
Cristina fue heredera del poder de Néstor Kirchner. Néstor tenía una concepción del poder que Cristina heredó y fue disolviendo y extraviando lentamente.
El enfrentamiento con la Justicia la debilita, y mucho. Como imagen y como realidad.
– ¿Las denuncias judiciales en este preciso momento realmente impactan sobre su figura?
– Sí. Pero lo que pasa es que un ciclo político se acaba cuando otro tiene la solidez para instalarse. Yo apoyé a Macri cuando el ciclo de Cristina se agotaba. Pero Macri le erró brutalmente y nos devolvió a Cristina.
El tiempo de Cristina está agotado. El de Massa se instala. Nos ayuda a llegar al final, pero no le veo posibilidad de recuperar fuerzas como para un triunfo electoral.
La oposición hasta el momento se la ve muy instalada en acusación y la denuncia. Y no es el lugar de la propuesta, que es lo que la sociedad argentina no tiene.
La Argentina lleva 45 años de decadencia, donde solo crece la deuda y la pobreza. Y nadie se hace cargo de su responsabilidad, que fue de todos. Unos más, otros menos. Fracasamos todos. Lo de Menem fue atroz, patético, destructivo.
Pero ahora deberíamos pensar en cómo es el país viable. Uno se pone a mirar a Uruguay, hasta Bolivia, Paraguay, Brasil, son sociedades que tienen un rumbo. Tienen moneda. Nosotros no sabemos dónde queremos ir. No lo sabe el gobierno. Tampoco la oposición, desgraciadamente.
– ¿Es más peronista Sergio Massa que Cristina Fernández?
– Es más pragmático. Ninguno de los dos es peronista, radical, de izquierda o de derecha. La ideología no existe en Argentina, no existe la coherencia. Si vamos a Uruguay, Pepe Mujica fue siempre de izquierda y Julio María Sanguinetti fue siempre conservador. No cambiaron de un día para otro veinte veces.
La política argentina es más pragmática. De Alberto ni hablemos. Hasta ahora fue el papelón político más grande que hemos conocido.
– ¿Cómo sigue Alberto? Porque le queda un año y medio de gestión. ¿Qué presidente tendremos hasta entonces?
Tendremos un presidente formal, que ayudará a que las instituciones no estallen. Estamos haciendo un aprendizaje de que debemos transitar la vida con un presidente débil, muy débil, casi inexistente.
– Esto es algo nuevo en Argentina, que se pueda sostener a un presidente débil y a pesar de su debilidad.
– Alberto no nos sostiene a nosotros, sino nosotros a él. Esto también demuestra madurez de los argentinos, que podamos transitar esto y llegar hasta el final por este camino.
– ¿Qué diría Perón si viera esta situación en el peronismo y en el país?
– Si Perón, (Arturo) Frondizi, (Ricardo) Balbín… hasta el general (Agustín) Lanusse… Es decir la vieja dirigencia política argentina, que tenía estatura. Yo fui diputado en un país con el 4% de pobreza y 6.000 millones de dólares de deuda.
La Argentina crecía hasta con (Juan Carlos) Onganía, pero desde 1976, desde la voluntad de destrucción de la sociedad, viene cayendo sin parar.
Los grandes políticos del pasado eran estadistas. El último que intentó serlo fue Raúl Alfonsín. Intentó decir que la política es más fuerte que los negocios. Después vino el turquito Menem, que le regaló el Estado a los negocios. Y a los países no los hacen los negocios, sino aquellos que trascienden pensando en lo colectivo, que nunca es el interés de las partes.
Y así vamos cayendo sin pena de gloria, porque no hay política, sino intereses.
– ¿Y qué dirían Perón, Balbín, Frondizi y hasta Lanusse de todo esto?
– Dirían que están destruyendo a la Argentina. No tenemos personajes con voluntad. Que exista gente que vea a Cristina y a Macri como dirigentes de importancia, demuestra aunque sean pocos, que la decadencia de los argentino está a la vista.
Ninguno de los dos tienen vuelo para compararse con dirigentes de otros países. Brasil tiene una derecha con (Jair) Bolsonaro que es patriótica, y una izquierda con (Luiz Inácio) Lula que es patriótica.
Nosotros no tenemos patriotismo.