La crecida llegó para quedarse. Al menos eso es lo que anuncian los expertos, quienes advierten que el Paraná se mantendrá por sobre los niveles normales durante varios meses.
Será un largo camino por recorrer, en el que la ciudad de Santa Fe como otras ciudades y pueblos de la provincia- deberá soportar una constante amenaza y hacer frente a una serie de desafíos que pondrán a prueba la capacidad de reacción y cohesión. Es la única salida. Frente a los golpes de la naturaleza, sólo resta actuar de la manera más organizada y racional posible, hasta que la situación comience a mejorar.
Pero la naturaleza no representa el único riesgo que esta ciudad deberá enfrentar a partir de ahora y por mucho tiempo. Es que en este tipo de situaciones, donde el temor y la ansiedad suelen calar hondo, los hombres sacan a relucir sus mayores virtudes, pero también demuestran sus más despreciables miserias.
Es parte de la condición humana. La solidaridad, el sacrificio y la fuerza de algunos; chocan contra la especulación, la rapiña y la incapacidad de otros.
Las amenazas suelen desnudar a los individuos y, en definitiva, terminan develando de manera descarnada lo mejor y lo peor de la sociedad que éstos conforman.
De manera equivocada, algunos pueden incurrir en la ilusión de creer que la crecida de los ríos es y será problema de otros; de los que viven cerca del agua, de los que están fuera de las defensas, de quienes eligieron sitios bajos para radicarse.
Sin embargo, esta es una lectura miope. La ciudad de Santa Fe está rodeada por un anillo defensivo que impide el paso del agua, pero que a la vez encierra a cada uno de sus habitantes en una misma realidad. Tiene, incluso, un efecto simbólico.
De una forma u otra, la inundación afectará a todos. Tanto es así que los evacuados ya comienzan a sumarse de a centenares. Familias enteras que a partir de ahora deberán ser asistidas desde el Estado con recursos que seguramente comenzarán a escasear en otros sectores.
Los dineros públicos no surgen por arte de magia, sino que salen de los impuestos que pagan los contribuyentes y de fondos coparticipables que no siempre llegan en tiempo y forma. A partir de ahora, las prioridades en esta ciudad comenzarán a ser otras. Asumir la situación colectiva será clave para salir adelante. Negar la realidad o incurrir en la ilusión de que el Paraná es problema ajeno, podría ser un error que cueste muy caro.
Responsabilidad política
Pero más allá de la amenaza de la naturaleza, de las pulsiones más primitivas que suelen aflorar en situaciones como éstas y de la escasez de recursos que seguramente afectará a la sociedad en general; la inundación representa una responsabilidad enorme y vital para la dirigencia política.
Radicales y socialistas bregaron durante muchos años por alcanzar el poder que hoy tienen en sus manos. Serán ellos los encargados de utilizarlo con firmeza, inteligencia, eficiencia y honestidad.
Las autoridades municipales tendrán la posibilidad de demostrar que son capaces de administrar y organizar a la ciudad en tiempos difíciles. Miles de evacuados dependerán de la eficiencia de quienes deberán tomar decisiones. Los errores que cometan los funcionarios de la ciudad ralentizarán las posibilidades de recuperación una vez que las aguas comiencen a bajar. Los aciertos, en cambio, acelerarán el proceso.
El gobierno provincial pondrá en juego su habilidad para trabajar en forma coordinada con los municipios, reasignando partidas presupuestarias, reaccionando rápidamente ante posibles emergencias, poniendo a disposición los recursos humanos y técnicos para hacer frente a las contingencias, garantizando el orden que emana del cumplimiento de las leyes.
El peronismo, por su parte, enfrentará el desafío de probar su capacidad para ejercer el rol de oposición dejando de lado cualquier tentación por aprovechar estas contingencias para sacar réditos electorales.
Cualquier intento por socavar la autoridad municipal o provincial, generar caos, promover protestas o poner trabas frente a la toma de decisiones, dejará al descubierto actitudes de bajeza moral y política.
Serán meses difíciles y, a la vez, reveladores. La ciudad de Santa Fe, sus habitantes y sus dirigentes políticos, serán puestos a prueba frente a contingencias inevitables.
El avance del agua sacará a relucir miserias y virtudes. Cuando el río baje y la calma retorne, será el momento de sacar conclusiones. El desafío es importante. La responsabilidad, inmensa.