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Cuando la policía mete miedo

El nivel de impunidad con que se mueve la policía de la provincia de Santa Fe tiene que ser realmente importante como para que, integrantes de la cúpula de la División Judiciales de Rosario, se atrevan a amedrentar a tres periodistas de medios gráficos, entre los que se encontraba el corresponsal del diario El Litoral.

El hecho sucedió nada menos que en la Jefatura rosarina, pocas horas después de que un canal de televisión porteño emitiera un informe en el que un integrante de la Banda de los Monos vincula a policías con el tráfico de drogas.

Los tres periodistas fueron invitados a una supuesta conferencia de prensa. Pero, al llegar a la Jefatura, se encontraron con una temeraria sorpresa. Los mismos policías les tendieron una suerte de trampa a los comunicadores.

Con un teléfono celular grabaron un video “demostrativo” en el que alguien guarda dinero en una riñonera con la intención de pagarles a los tres de los periodistas presentes -a quienes en el video mencionan por sus apellidos-, con la supuesta intención de que publiquen determinada información.

Después de eso, a uno de esos periodistas le pidieron que les alcanzara una riñonera con dinero que, de manera intencional, habían dejado sobre una silla. Esa acción también quedó registrada.

Así, los policías supuestamente intentaban demostrar que el integrante de Los Monos pudo haber trucado el video emitido en un canal de Buenos Aires.

Sin embargo, tras esta puesta en escena amenazante, truculenta y cargada de cinismo, hubo otro mensaje: demostrarles a los periodistas lo simple que resulta para la policía plantar pruebas falsas a quienes se atrevan a informar sobre su vínculos con el mundo del delito.

Los policías que pergeñaron esta puesta en escena sabían que la situación trascendería públicamente, pues la amenaza velada estuvo dirigida nada menos que a tres periodistas.

¿Por qué lo hicieron?, ¿es que acaso fueron otros los verdaderos destinatarios de este mensaje?, ¿los policías se sienten absolutamente impunes como para actuar con semejante descaro?, ¿hasta dónde están enquistadas las mafias?

Frente a la contundencia de los hechos, las preguntas se multiplican. Y el escenario que queda planteado es asfixiante, incierto y asolador.