Se terminaron las dudas. Los vínculos entre el poder político y grupos delincuentes conocidos como “barrabravas” acaban de ser oficializados en la Argentina.
Se cayó la máscara. Todo está blanqueado. Las barras bravas no sólo no serán extirpadas del fútbol nacional, sino que los encargados de terminar con ellas acaban de contratar a sus integrantes como empleados políticos a cambio de contraprestaciones varias.
Por ahora no queda del todo claro qué trabajo realizarán, aunque si se tienen en cuenta los antecedentes de estos hinchas pueden aparecer algunas pistas. De hecho, hace décadas que estos “apasionados por el fútbol” vienen mostrando capacidades diversas: venta de droga, aprietes y amenazas, custodia personal de políticos y sindicalistas de primera línea, arrebatos, robos y homicidios.
El dirigente kirchnerista de la provincia de Buenos Aires, Marcelo Mallo, acaba de reconocer públicamente que su intención es convertir a los otrora delincuentes del fútbol en “dirigentes sociales y políticos”. En declaraciones a distintos medios dijo que piensa utilizarlos como fiscales en las internas peronistas y como punteros encargados de obtener votos en distintos barrios del conurbano: “Con estos chicos voy a hacer un ejército de dirigentes”.
Todo indica que el acuerdo está sellado y que éste tiene forma de banderas. Durante el primer tiempo del partido que jugaron Colón y Argentinos Juniors en Santa Fe, una bandera con la inscripción “Hinchadas unidas argentinas”, un pingüino y la V de la victoria, apareció en manos de los hinchas colonistas. Para sorpresa de todos -o mejor dicho, de casi todos- durante el segundo tiempo el mismo “trapo” apareció en la tribuna visitante.
La escena -casi romántica, si no fuera trágica- se repitió en numerosos estadios del país.
Hace apenas un par de semanas, una investigación periodística publicada por el diario Olé reveló que representantes del gobierno nacional negociaban con barrabravas de doce clubes de primera división. A cambio de distintas contraprestaciones, los hinchas recibirían el apoyo necesario para que puedan viajar el año que viene al mundial de Sudáfrica.
La semana pasada, en el programa Palabra, que se emite por Cable & Diario, el presidente de Colón, Germán Lerche, aseguró una y otra vez que en el club del barrio Centenario no existen barrabravas organizados. Pocas horas después, la ya famosa bandera dejó a las aseveraciones del dirigente envueltas en un oscuro manto de dudas.
Desde la organización Familiares de Víctimas del Fútbol Argentinos (FaViFA) se mostraron indignados y estafados. Con razón, aseguran que ya no saben a quién acudir para reclamar el fin de los barras. De hecho, la policía depende del poder político que los cobija, mientras que gran parte de la Justicia acata las órdenes que emana el mismo poder.
Se terminaron las dudas. En la Argentina habrá barrabravas para rato, y muchos de ellos estarán el año que viene alentando a la Selección en Sudáfrica. El acuerdo, con forma de banderas, está sellado.