Sergio Zayas se siente algo incómodo cuando le dicen que es un ejemplo de vida, pues se trata de un pibe común, como cualquier otro, salvo por el hecho de haber nacido sin la posibilidad de ver. Y si hubiera que buscar una palabra que lo defina, se lo podría calificar de luchador.
Desde el principio, las cosas no fueron sencillas para Sergio. Nació con apenas seis meses de gestación, lo que le acarreó problemas respiratorios e impidió que su vista lograra desarrollarse.
Pero ningún escollo logró detenerlo. Desde muy chico asistió a un jardín de infantes común, como cualquier otro chico. A los siete años andaba en bicicleta y, por entonces, ya comenzaba a participar en campeonatos de natación.
Hoy tiene 21 años y es el único santafesino que logró participar de dos Juegos Paralímpicos: primero fue en Beijing y recientemente en Londres.
“Todavía no hablé demasiado de Londres porque me quedó la bronca de no haber clasificado para las finales, pero la verdad es que el nivel ha crecido mucho. Yo superé todas mis marcas anteriores, pero aún así no pude clasificar”, se lamenta.
Llegar hasta allí no fue nada fácil. Desde muy chico, debió trabajar muy duro. Es que, a diferencia de otros chicos, Sergio tuvo que asistir a escuelas normales y a escuelas especiales, al mismo tiempo. Y a eso se sumaron las horas de entrenamiento en la pileta y en el gimnasio. “La verdad es que a veces estaba hasta 15 horas fuera de casa”, recuerda.
Sergio asegura que su familia fue la base de todos sus logros y por eso les está eternamente agradecido: “No se quedaron con que yo era no vidente y debía estar encerrado en mi casa. Haber llegado a dos juegos es para ellos un orgullo de vida. Y para mí también. Fue lo mejor. Yo les diría que los quiero mucho. Que son el sostén de toda mi vida y mi carrera. Que gracias a ellos, hoy soy lo que soy.
– Si pudieras cumplir un sueño, ¿qué elegirías?
– En lo deportivo, llegar a un podio paralímpico….
– ¿Y en la vida?
– Ya no le pido mucho a la vida. La verdad es que tuve un nacimiento muy complicado, con seis meses de gestación. Los primeros días no sabían si iba a vivir. Nací con 750 gramos. Se hizo muy difícil. Los primeros cuatro o cinco años los pasé internado. A la vida ya no le pido más nada. Estoy contento con lo que tengo.
Muchos me llegaron a preguntar si elegiría ver, en caso de que pudiera hacerlo. Pero yo les digo que no, porque ya tengo una vida armada y no sería lo mismo.
Yo siempre estoy en peligro, pero es porque soy así. Como cuando andaba en bicicleta. Todo se puede. Nada es imposible. La vida es dura para todos. Pero todos los problemas se pueden resolver. Sólo hay que darle para adelante.