Durante 27 años Gustavo Víttori fue el director editorial del diario El Litoral y, por lo tanto, uno de los hombres fuertes del periodismo de Santa Fe. Sin embargo, frente a una situación crítica que puso al vespertino al borde de la quiebra, decidió vender sus acciones.
“Fueron los tres peores años de mi vida”, afirma hoy, recordando aquellos momentos previos al desenlace. “Cada día era más difícil pagar los sueldos. Hubo mucha protesta sindical. Durante 20 días seguidos tuve protestas en la puerta de mi oficina, en mi oreja. Todos los días… Hay que bancársela, uno solito ahí… sabiendo que algunos de los que estaban afuera eran amigos míos”, insistió.
En el momento en que tomó la decisión de vender sus acciones, eran 23 socios. “Hubo enojo al principio, porque fui el primero en desprenderme de las acciones. Pero tomé la decisión de vender porque había alguien dispuesto a comprar. Sentí que ya no tenía restos para dar respuestas desde lo económico”, recordó.
Hoy asegura que casi no lee el diario y que no se puede sobrevivir sin el sostén de la pauta oficial.
– Le vendiste el diario a alguien con quien habías tenidos cruces públicos.
– Sí. Pero los viejos enemigos en algún momento se conocen tanto que se hacen casi amigos. Había un choque generacional. Partíamos de visiones distintas de lo que debía ser un diario. Yo no tenía respuestas para el problema que el diario presentaba. Me parecía que lo más razonable era tomar la decisión y salvar 200 puestos de trabajo.
– Durante tus años como director hubo temas que marcaron incluso un debate interno dentro del diario. Como el tratamiento que se le dio al caso Storni, donde El Litoral fue como mínimo muy cauto. ¿Harías lo mismo hoy?
– Sí… primero porque fui el primero que lo confronté a Storni. Me fui de la Universidad Católica cuando hizo un artículo sobre los divorciados. Confronté con él cuando muchos le rendían pleitesías.
Pero de ahí, a hacer una carnicería con una persona a la que en definitiva terminó probándosele casi nada, porque la historia terminó con un beso en el cuello, con un libro que escribió una chica que se dedicaba a hacer estas historias.
Me parecía todo mal parido. Y no me presté a sumarme a esa corriente de “péguenle al caído”. En ese momento Storni era un hombre caído, incluso dentro de la Iglesia.
– ¿Se puede hacer periodismo sin la pauta oficial?
– No. El Litoral era un diario grande cuando la publicidad oficial en conjunto no superaba el 15% de sus ingresos. Supongo que hoy la ecuación está cerca de estar invertida.
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