Es senador nacional con toda una vida de militancia política, y durante la segunda mitad del año pasado pateó el tablero de la interna socialista cuando decidió lanzar su precandidatura a gobernador, a pesar de la oposición de Hermes Binner.
Rubén Giustiniani sabe que, tanto Antonio Bonfatti como Mario Barletta, cuentan aparatos políticos y de gobiernos de los que él carece y que pueden resultar fundamentales a la hora de captar votos.
– ¿Está en condiciones de soportar la arremetida de sus contrincantes en el tramo final de la campaña?
– Confío en el contacto personal con la gente. Ya recorrimos 14.000 kilómetros y 40 localidades. A eso hay que complementarle la propaganda a través de los medios, pero estoy confiado.
En 1995 fue secretario de Gobierno de Hermes Binner en al Municipalidad de Rosario, lo que lo convirtió en el hombre de confianza del actual gobernador.
– Pasó de ser el hombre de confianza a tomar la decisión de oponerse al pensamiento de Binner y lanzar su precandidatura.
– El sistema de primarias es muy bueno porque les sacó el monopolio a los dirigentes de los partidos para elegir candidatos y lo puso en manos de la sociedad.
– Es cierto, pero antes de las internas usted tomó la decisión.
– Es que eso es la democracia… Hubo afiliados y militantes que me plantearon que se sentían representados con mi candidatura.
Al hablar de su carrera política y de su vida en general, Giustiniani se define como “un remador”.
“La remo… Toda la vida la remé en cada una de las actividades que he desarrollado”, asegura.
Entre sus cuentas pendientes destaca el no haber estado más tiempo con sus hijos y su familia. También reconoce que le hubiera gustado dedicarle más tiempo a su profesión de ingeniero civil: “Yo me considero un ingeniero, que se dedicó a la política. Pero esta actividad es casi a tiempo completo y roba tiempo a una cantidad de cosas que a uno le hubiese gustado hacer en la vida”.