A Celina Koffman le cuesta mucho hablar de Celina Koffman. Con el pañuelo blanco sobre su cabeza, una y otra vez regresa al discurso que caracteriza a las Madres de Plaza de Mayo. Prefiere hablar de sus hijos, de la situación del país, del pedido de “juicio y castigo” a los militares.
Tiene 86 años, aunque parecen menos. Hija de un maestro de campo en el interior de Entre Ríos, Celina -a quien todos conocen como Keka- afirma que de él heredó las ideas políticas que luego enarbolaron sus tres hijos: Jorge (desaparecido), Hugo y Héctor Raúl.
Se recibió de maestra en la Escuela Normal de Villa Elisa. Desde los 19 años y por otros 19 trabajó como docente en General Campos, un pueblo muy pequeño. Pero la desaparición de Jorge y la pronta muerte de su marido Marcos Koffman la llevaron a jubilarse y a iniciar este segundo capítulo de su vida que, afirma, no ha terminado todavía.
A Celina le cuesta mucho quitarse en público ese pañuelo blanco que no sólo la acompaña en su imagen, sino también en sus palabras. Ella y el pañuelo parecen una misma cosa.
Sin embargo, cuando logra hablar de sí misma cuenta que es un ama de casa como cualquier otra, que disfruta cocinando para sus hijos y sus nietos: “Disfruto haciendo tortas y dulces. Sé cocinar… Me crié en el campo, así que me enseñaron desde chica”.
Keka recuerda que ella sabía perfectamente durante los setenta que sus tres hijos militaban en distintas organizaciones y que Jorge pertenecía al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). “Yo tenía miedo, pero los apoyaba. Nunca les dije que pararan. Les decía que tuvieran cuidado, porque sabía lo que pasaba en el país durante el gobierno de Isabel Perón”, afirma.
– ¿Mataría por un ideal?
– Matar es muy difícil… Tanto es así que las Madres nunca pedimos venganza, sino justicia. Si lo hiceron creo que fue porque no tenían otra perspectiva ante lo que se avecinaba en el país..
– ¿Usted mataría?
– Creo que no… Pero son situaciones diferentes, porque el Ejército mataba a ultranza desde el gobierno de Isabel.