Steven Pinker. Fotografía: Rhododendrites en Wikimedia Commons.
¿Somos los periodistas demasiado pesimistas? Es una pregunta que me he venido haciendo de manera recurrente desde hace un año, luego de participar en el transformador taller sobre periodismo de soluciones dictado por Liza Gross y Tina Rosenberg en el Festival Gabo de Medellín.
A tratar de responder esta pregunta le dedicamos un tuitdebate recientemente, a propósito de las declaraciones del investigador noruego Johan Galtung, director del Instituto de Investigación para la Paz de la Universidad de Oslo. “Los medios de comunicación dan una imagen totalmente sesgada de la realidad, haciendo que la percepción de la realidad en el público se vuelva excesivamente negativa. Esto da forma a lo que la gente está haciendo. Y da forma a los políticos, los hace negativos, en lugar de poner énfasis en el bien de la sociedad que quieren construir. Se vuelven innecesariamente competitivos en lugar de ser cooperativos”, afirmó Galtung a The Guardian.
Adicionalmente, mi pregunta encontró un eco cuando vi una charla de TED Talks conducida por el psicólogo canadiense Steven Pinker, en donde no necesariamente hablaba de periodismo, pero sí de pesimismo. ¿El mundo está mejorando o empeorando?, se pregunta el profesor de la Universidad de Harvard.
Tan interesante me pareció lo planteado aquí por Pinker, donde demuestra con datos concretos que la Humanidad no se dirige hacia el abismo de su propia extinción, sino que vivimos por el contrario en la mejor etapa evolutiva del ser humano, que quise ahondar más en sus planteamientos.
Pasé a escuchar la entrevista que Pinker le concedió al director de TED, Chris Anderson, sobre los planteamientos de su más reciente libro titulado En defensa de la Ilustración (Paidós, 2018). Para mi sorpresa, gran parte de la entrevista (a partir del minuto 5:00) estuvo dedicada hablar sobre el daño que la negatividad en el tono de las noticias le está haciendo a nuestra civilización.
“Creo que hay una negatividad inherente a la naturaleza del periodismo. Pero se ve exacerbada por algunos hábitos que se han convertido en parte de la cultura periodística. En las carreras universitarias de Humanidades, y la licenciatura en periodismo suele estar ligada a este departamento, hay una narrativa de declive”, afirma Pinker en la entrevista, añadiendo que otra de las creencias culpables de esta situación es que “a menudo se piensa que la gloria en el periodismo está en exponer la corrupción y el mal del poder”.
La charla de TED y la entrevista me antojaron lo suficiente del pensamiento de Pinker para tomar la decisión de comprar su libro. Y qué grata sorpresa me he llevado al leerlo, pues el pesimismo del periodismo sigue teniendo un papel protagónico allí. De hecho, Pinker nos acusa a los periodistas de ser “contrailustradores” y “progresófobos”, es decir quienes están promoviendo ideas que van en contra de los valores fundamentales del mundo ilustrado: la razón, la ciencia, la humanidad y el progreso.
Cuestión de tono
No me malinterpreten aquí. Pinker no está en contra de los periodistas o de los medios de comunicación. De hecho, en el segundo capítulo de su libro, titulado Entro, Evo, Info, explica de qué manera la libre circulación de la información que permiten oficios como el periodismo, ha sido responsable de la reducción de la entropía, del desorden, del caos natural del mundo salvaje en el que vivimos, para que encontremos juntos en él un propósito.
Pero es en el cuarto capítulo, dedicado a explicar a qué se refiere con progresofobia, donde Pinker habla más acerca de periodismo. De hecho, habla específicamente de la importancia del concepto de Periodismo de soluciones, creado por Rosenberg y su colega de The New York Times David Bornstein.
Con este gráfico, uno de tantos incluídos en el libro para demostrar por qué hay más motivos para ser optimistas que pesimistas, Pinker expone cómo el tono utilizado por los medios al comunicar las noticias es cada vez más negativo. Fue posible establecer esto gracias al trabajo del científico de datos Kalev Leetaru, quien aplicó una técnica denominada minería de opiniones a todos los artículos publicados en el Times entre 1945 y 2005, y a un archivo de artículos y programas de radio y televisión de 130 países entre 1979 y 2010. Tras evaluar el tono emocional de los textos, logró demostrar que tanto el Times como el resto de medios del mundo se han ido haciendo cada vez más negativos en su enfoque informativo desde finales de los setenta hasta la actualidad.
“La información sobre el progreso humano, aunque ausente en los principales medios informativos y foros intelectuales, es fácil de hallar”, se queja Pinker, invitándonos, no a ocultar los sucesos trágicos y preocupantes, sino a no olvidar también que hay historias sobre el mejoramiento de la vida humana que también vale la pena contar, aunque no vayan a ganar el Pulitzer.
Más allá de esto, Pinker nos hace reflexionar sobre el efecto que esta negatividad en la información podrá traernos en el futuro, pues hemos sido precisamente los periodistas y medios de comunicación quienes hemos encumbrado y servido como altoparlantes para progresófobos y contrailustradores (como Donald Trump, Boris Johnson o Bolsonaro), que hoy en día están en el poder y podrían llevarnos a un nuevo oscurantismo.