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Se llama Plan Raíz y consiste, básicamente, en un programa de alfabetización para que niños y niñas de primero, segundo y tercer grado de las escuelas primarias, aprendan a escribir, leer y comprender lo que leen.
Volver a enseñar las letras, estirar los sonidos y disfrutar de una novela con el objetivo de trabajar la comprensión de textos: estas son, entre otros aspectos, algunas de las claves del método elegido por la provincia.
Por ahora se aplica en primer grado, pero el programa irá acompañando a los chicos hasta que completen el tercer grado de la primaria, tanto en escuelas públicas, como privadas.
A poco del anuncio oficial, aparecieron las primeras críticas. El secretario general de Sadop Rosario, Martín Lucero, consideró que se trata de un plan “arcaico” y que “no trae ninguna innovación pedagógica”.
Más allá de las distintas miradas, la realidad indica que los métodos aplicados hasta ahora fracasaron: según las Pruebas Aprender 2023, el 33,6% de los chicos y chicas de la Argentina no alcanzan niveles satisfactorios en lengua. Y en los segmentos socioeconómicos más bajos, la cifra trepa al 49,8%.
Básicamente, muchos chicos terminan la primaria sin saber leer, escribir y comprender lo que leen. Así llegan al secundario, desde donde en gran medida salen sin las condiciones imprescindibles para enfrentar el mundo laboral o los estudios terciarios y universitarios.
Beatriz Diuk es profesora de educación primaria, licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) y doctora en Psicología (UNLP). Además, es investigadora independiente del Conicet y, junto a un equipo de colaboradores, elaboró los lineamientos básicos de este programa de alfabetización inicial que en la provincia de Santa Fe se conoce como Plan Raíz y que apunta a generar un “enfoque equilibrado” entre la escritura, la lectura y también la comprensión de textos.
En estos momentos, Diuk y su equipo acompañan a las provincias de Entre Ríos, Salta y Catamarca en el desarrollo de sus planes de alfabetización. Así como sucede en Santa Fe, cada distrito adapta los lineamientos generales y plantea un programa con similitudes y diferencias.
El Ministerio de Educación de la Provincia ya comenzó con la distribución de dos libros entre los chicos de primer grado: un manual de actividades y una novela.
Los dos libros se utilizan de manera articulada con una serie de estrategias de enseñanza y de propuestas para el trabajo docente. En esta primera etapa alcanza a 53.400 estudiantes de primer grado y más de 6.300 docentes y equipos directivos, quienes recibieron materiales que promueven la lectura y la escritura.
El plan se realizará en tres etapas: primer grado en 2024; primero y segundo en 2025; y primero, segundo y tercero en 2026. Así, en el período 2024 – 2026 se capacitará en total a 11.200 docentes y el programa alcanzará a 159.000 alumnos.
Plan Raíz: el programa de alfabetización que aplica Santa Fe
Si bien cada provincia adapta a su propia realidad los lineamientos que plantean Beatriz Diuk y su equipo, el programa cuenta con una serie de fundamentos básicos que buscan un equilibrio entre la posibilidad de aprender a escribir, a leer y, también, a comprender los contenidos.
En el programa Creo, que se emite cada mañana en AIRE, Diuk lo explicó de la siguiente manera.
—¿El programa apunta a brindar apoyo a los estudiantes con problemas para aprender a leer y escribir, o se aplica de manera lineal en todos los alumnos del grado?
—En realidad, no está pensado para chicos que tienen problemas para aprender, sino que es un plan para fortalecer la alfabetización en todas las aulas de primer grado.
Cada chico y cada chica recibe su novela, un texto literario muy hermoso que, en general, genera mucho entusiasmo; y un libro de actividades. También hay orientaciones para docentes. Es muy difícil enseñar a leer y escribir sin libros. La verdad es que la provincia ya ha podido hacer en tiempo récord una edición tan grande. Cada chico ya tiene su material.
—¿Cuáles son las estrategias concretas del plan?
—En Argentina, durante las últimas décadas, se ha descuidado la enseñanza del sistema. Hay ciertos aspectos de la enseñanza, de la lectura y la escritura, que se han dejado de lado por pensar que no requerían una enseñanza sistemática.
Entonces hubo un foco muy fuerte y muy valioso en que haya textos en las escuelas, en que los chicos accedan a la literatura, que es algo con lo que estamos todos de acuerdo y que valoramos enormemente. Pero se descuidaron cosas tan simples como enseñar las letras.
Para muchos chicos y muchas chicas en primer grado no es una necesidad, porque las aprendieron a los cuatro años en su casa o en el nivel inicial. Pero no sucede lo mismo para otros niños que no tienen estas mismas oportunidades educativas.
Hay ciertos aspectos del proceso de enseñar el sistema de escritura que se han considerado no tan relevantes, no tan necesarios, y hoy estamos viendo el precio que los chicos de menores recursos en la Argentina están pagando por estas decisiones didácticas que no fueron del todo acertadas.
Un plan que rescata la “conciencia fonológica”
—Además de volver a enseñar las letras, ¿hay otra característica distintiva de este método?
—En últimos 50 años en el mundo, en la investigación sobre la psicología de la lectura, se identificó una habilidad necesaria para aprender a leer y escribir que se llama conciencia fonológica
La conciencia fonológica consiste básicamente en analizar las palabras de manera oral, que el chico se escuche y reconozca cada sonido que tiene la palabra dentro.
Esto se está estudiando desde 1970. Y a principios de los 2000 en el mundo se llegó a un consenso de que ayudar a los niños a reconocer cada sonido dentro de las palabras orales, tiene un efecto muy importante en el aprendizaje de la lectura y la escritura.
De hecho, muchos chicos que parecían tener dificultades, en realidad lo que necesitaban era ayuda con esto.
Y cuando se empezó a implementar en las escuelas, mejoraron enormemente los niveles y los tiempos de aprendizaje.
—¿Qué significa escuchar los sonidos dentro de las palabras orales?
—Hay distintos especialistas con diferentes propuestas. Nosotros consideramos que lo mejor es estirar las palabras para escribirlas.
—¿Cómo es eso?
Por ejemplo, yo quiero escribir mesa. Mejor dicho, yo como docente quiero que mis alumnos, que no saben escribir, escriban mesa. Entonces, lo que hago con ellos es ir estirando los sonidos. A ver, mesa, me, me, mmm. Y encontramos ese sonidito en la palabra. Y ahí buscamos una letra que le corresponda.
Esto, que parece tan sencillo, tiene un impacto gigantesco en el aprendizaje.
—¿No se enseñaba de esa manera en el pasado, hace décadas?
—Sí, sí. Nosotros recuperamos una parte de una estrategia que ya era típica del método fónico, que muchas maestras utilizaban en su momento. Pero el método fónico tenía algunos problemas que nosotros estamos buscando subsanar.
Por un lado, el método fónico no tenía literatura o no tenía suficiente literatura. Entonces, para nosotros ya no es aceptable volver al método fónico.
Y el método fónico tenía una cosa que después observamos, y es que no se entendía todo lo que los chicos aprendían… Es decir, el método fónico no te permitían escribir ninguna palabra sin las letras que te había enseñado tu maestra.
Y es como terminamos con “Susi sala la masa”.
Un factor clave: la comprensión de textos
—Y entonces, ¿ahora qué cambia?
—Ahora cambia que entendemos que, con el apoyo docente, uno puede ir mucho más allá de algo que enseñó explícitamente.
Entonces, hay literatura y hay buena literatura en las aulas. Y se trabaja en comprensión de textos y en producción de textos con la coordinación docente. Es decir, no nos dedicamos a los ruiditos nada más. Esto es apenas un pedacito, pero es un pedacito importante.
La propuesta es lo que llamamos un enfoque equilibrado que, justamente, busca equilibrar el trabajo con los textos y el trabajo con el sistema de escritura.
Hay momentos para la literatura, momentos para la imaginación, momentos para contar historias, momentos para escribir esas historias. Y hay momentos donde nos ponemos a escribir palabritas prolongando los sonidos.
Ese equilibrio es lo que permite que los chicos estén motivados, porque la literatura es un enorme motor para que los chicos quieran leer solos, y no que les lean.
Entonces quieren aprender. Por otro lado, se les brinda las herramientas para hacerlo independientemente de las oportunidades previas, porque la escuela tiene que poder enseñarles a leer y escribir a todos.
Así, si ya saben las letras, no se las enseñamos. Pero si no las saben, lo hacemos.
—Si un chico llega a primer grado y ya conoce las letras, ¿cómo evito que se aburra mientras les enseñan la letra a otros chicos?
—El Plan Raíz tiene un núcleo de actividades que consideramos que son muy importantes, que tiene que ver con los libros, con algunas estrategias; pero también un reconocimiento enorme de que en cualquier provincia, en cualquier país, hay una enorme diversidad en términos de escuelas, de contextos socioculturales.
Entonces, la escuela y el equipo de alfabetizadores adapta estos materiales y recursos a la población con la que trabajan.
Si algunos chicos ya conocen las letras, se les da una actividad con mayor autonomía. Todos los que fuimos docentes hemos lidiado con la diversidad dentro de las aulas. Esto es parte de la tarea.