Sin embargo, apenas 5 de los 13 compradores de aquellos terrenos iniciaron hasta el momento algún tipo de obra o cuentan con permisos municipales para hacerlo. En el resto de los casos, siguen siendo los mismos terrenos baldíos, pero en manos de privados.
El segundo compromiso fue que los fondos recaudados con aquellas subastas -casi 7 millones de dólares al valor del dólar del día de cada compra de terrenos-, retornarían a la ciudad de Santa Fe para ser invertidos en infraestructura ferroviaria.
Pero aquel dinero recaudado por el Estado no volvió a Santa Fe y, en todo caso, si parte de aquellos fondos retornaron, no existen cuentas claras que lo acrediten.
En el medio de este proceso, la empresa Belgrano Cargas compró para la ciudad 14 sistemas de barreras ferroviarias con el objetivo de brindar mayor seguridad ante el paso de los trenes y evitar que un grupo de banderilleros deba correr desde un paso a nivel a otro, para advertir sobre el paso de las formaciones a los automovilistas.
Cada una de esas barreras costó 140.000 dólares -son marca Siemmens, fabricadas con tecnología de punta en Alemania-, con una inversión total de casi 2 millones de la divisa estadounidense. La inversión fue realizada por Belgrano Cargas, ya que nunca quedó del todo claro si desde el Estado nacional se enviaron para este fin específico los fondos recaudados a través de las subastas de los terrenos de Santa Fe.
Sin embargo, las cosas no salieron como se planearon: debido a los constantes actos de vandalismo, pronto las barreras comenzaron a fallar o quedaron inutilizadas. Tanto es así que, un año y medio después de que fueran colocadas, apenas 3 de las 14 barreras están en funcionamiento.
Ataques, daños y robos a la infraestructura ferroviaria
Lo sucedido en Santa Fe no deja de sorprender a los responsables de la empresa Belgrano Cargas, ya que estos actos se vandalismo se suman al constante robo que sufren las formaciones mientras atraviesan algunos barrios de la ciudad.
En estos momentos, las barreras que funcionan son las que se instalaron en los paso a nivel de Javier de la Rosa, Pasaje Koch y Avenida Galicia.
Mientras tanto, están fuera de operación las de los paso a nivel de calles French -problemas técnicos en la calibración-, 25 de Mayo, San Martín, San Jerónimo, Facundo Zuviría, 4 de Enero, Francia, López y Planes, Saavedra y Perón.
Los brazos de estas barreras se encuentran apilados en los depósitos de una empresa contratada para el mantenimiento de estos sistemas.
Poco después de la instalación de las barreras en la ciudad de Santa Fe, comenzaron los robos y los actos de vandalismo. Sin embargo, los más graves se produjeron cuando ladrones cortaron los cables que forman parte de un sistema de integrado que tiene la función de detectar el paso del tren y enviar la señal para que las barreras se eleven.
A simple vista estos “contadores de eje” son un dispositivo con una tapa plástica instalados en el piso, junto a los rieles, con cables bajo tierra. Al cortar estos cables, todo el sistema queda inutilizado y no es posible reemplazarlos, ya que se trata de sistemas integrados e importados desde Alemania y que deben ser calibrados por personal especializado de la empresa Siemmens.
Los robos no tienen demasiado sentido, ya que estos cables no tienen cobre para vender en el mercado ilegal y no pueden ser utilizados para ninguna otra cosa que no sean estos dispositivos de seguridad para el paso de los trenes.
También se produjeron otros robos y daños. Por ejemplo, los cables subterráneos de los semáforos que permiten saber a los conductores de locomotoras si las barreras descendieron adecuadamente; las térmicas de los pilares que llevan energía eléctrica a las barreras; y hasta los tejidos perimetrales que se colocaron para evitar que las personas se acerquen a las vías.
Existieron además múltiples intentos de vandalizar las casillas construidas a pocos metros de las barreras, donde se encuentra el corazón de este sistema tecnológico de última generación. Por eso desde Belgrano Cargas reforzaron las puertas y colocaron rejas. Otra vez, nada de lo que allí funciona puede ser aprovechado para otro uso que no sea este sistema de seguridad ferroviaria, pero los ladrones no lo saben.
¿Por qué algunas barreras siguen funcionando?
A medida que se multiplicaban los actos de vandalismo, desde la empresa fueron tomando los recaudos necesarios para evitarlos. Así, lograron poner a salvo algunas barreras.
En el caso de los “contadores de eje”, se colocaron protecciones con durmientes para cubrirlos y defenderlos de la mejor manera posible, dificultando la posibilidad de que los ladrones intenten cortar los cables.
Además, se reforzaron las protecciones de los pilares y se cementó el cableado subterráneo, se soldaron las tapas de diversos dispositivos, se colocaron rejas y hasta cámaras wifi dentro de las casillas que permiten observar -en la medida de lo posible- qué sucede con las barreras y detectar la presencia de ladrones.
En estos momentos, Belgrano Cargas trabaja para restituir el funcionamiento de las barreras instaladas en los paso a nivel de 25 de Mayo y San Martín. Primero fue necesario aguardar la llegada de los nuevos sistemas desde Alemania. Si bien se espera restablecer el funcionamiento de estas barreras antes de fin de año, previamente deben arribar a Santa Fe operarios especializados de Siemens para calibrar los dispositivos. Cualquier falla podría generar un accidente de proporciones y la empresa debe corroborar que todo funcione correctamente.
Si estas dos barreras logran sobrevivir a los robos y daños, entonces la idea es avanzar con la reparación del resto de los sistemas.
Mientras tanto, Belgrano Cargas cuenta con un grupo de entre 6 y 8 banderilleros que cubren turnos rotativos durante las 24 horas. Se trasladan en vehículos de la empresa de un paso a nivel a otro cada vez que una formación atraviesa la ciudad y, cuando estos vehículos tienen algún inconveniente, lo hacen en taxis o remises.
Un dato más: cuando no son los ladrones quienes ocasiones problemas, son los automovilistas de Santa Fe que utilizan las zonas aledañas a las vías como improvisadas playas de estacionamiento. No solo suelen dañar los dispositivos electrónicas instalados, sino que no son conscientes del grave riesgo que asumen al detenerse en estos lugares.