Las certezas en la Argentina son escasas. Todo parece incierto. El mayor de los éxitos puede convertirse de repente en rotundo fracaso. Y de las peores frustraciones se puede emerger victorioso de manera inesperada.
Todavía retumbaba el rugir de los aviones de los principales líderes mundiales despegando desde el Aeroparque porteño, cuando el presidente Mauricio Macri decidió brindar una conferencia de prensa.
Fue el lunes 3 de diciembre y, obviamente, no se trató de una circunstancia azarosa. Es que, después de un año para el olvido, plagado de tropiezos y de errores de cálculos, al fin el gobierno estaba en condiciones de exponer una materia aprobada. El G20, había sido un éxito.
Tanto fue así, que las principales consultoras del país percibieron el cambio de humor social luego de aquel fin de semana cargado de ansiedad, temores y expectativas. Según una encuesta de Poliarquía Consultores, realizada entre el 3 y el 14 de diciembre, la imagen de Macri dejó de caer e inició un leve repunte, luego de dos semestres de derrumbes consecutivos.
Este cambio de tendencia se produjo a pesar de los seis meses sucesivos de recesión, de un año que termina con niveles inflacionarios inesperados y de una pérdida evidente del poder adquisitivo de la mayoría de los argentinos.
Basta de pronósticos
En aquella conferencia de prensa Macri lanzó una frase novedosa para este gobierno: “No queremos hacer más pronósticos”, dijo el presidente ante la lógica pregunta acerca del futuro de un país que necesita con desesperación crecer o, al menos, recuperar el terreno perdido.
Es verdad que por distintas circunstancias –internas y externas- los pronósticos del gobierno terminaron haciéndose trizas contra la realidad en 2018. También es cierto que, llevados por una dudosa estrategia de marketing político, los principales funcionarios nacionales se encargaron de pregonar durante gran parte de la gestión objetivos evidentemente inalcanzables.
Esta semana tuve la posibilidad de entrevistar al economista Claudio Zuchovicki. Y si bien los economistas también parecen haber aprendido que la Argentina es un país demasiado imprevisible como para hacer pronósticos, brindó un panorama muy concreto sobre lo que puede suceder en 2019 sobre la base de los datos actuales.
– La macroeconomía lucirá mejor que en 2018. Habrá mejores números fiscales, superávit comercial y el menor déficits fiscal en mucho tiempo.
– En la microeconomía la situación será distinta: algunos sectores –como el campo, tecnología, turismo, minería- se verán beneficiados.
– Pero los sectores que dependen del consumo interno, aún no han visto los peores números.
– La inflación bajará, en gran medida por la recesión. Por eso crecieron los niveles de pobreza.
– La mitad de los argentinos depende del Estado –empleados públicos, jubilados, beneficiarios de planes sociales-. En todos estos casos los ingresos mejorarán con respecto a la inflación a partir de marzo.
– Para los privados la situación será diferente. Dependerá de cada sector. Para algunos, la decantación de los efectos de la crisis todavía no acabó.
El péndulo
De cara al año que viene, Mauricio Macri y Cristina Kirchner siguen polarizando las miradas de los argentinos. En parte, porque el gobierno se encargó de que así fuera. Y en gran medida, porque el camino de “la tercera posición” es tan angosto e incierto que el peronismo no fue capaz de alumbrar un candidato que aparezca como verdadera alternativa. A estas alturas de las circunstancias, no parece fácil que surja.
Si hoy hubiese ballotage en la Argentina entre Macri y Cristina, todo indica que Cambiemos continuaría en el gobierno. Pero si el ballotage hubiera sido a fines de noviembre, el resultado hubiese sido incierto.
Una mirada superficial de esta situación podría concluir que el destino de Macri y el de Cristina se encuentran inevitablemente atados uno del otro. Que las debilidades del kirchnerismo representan las fortalezas del presidente. Y que la fuerza del Macri se traduce en la fragilidad de Cristina.
Sin embargo, se trata de un fenómeno más profundo y preocupante: en realidad, gran parte de la sociedad Argentina continúa sin decidir, de una vez por todas, qué modelo de país quiere y cuál debería ser el objetivo como Nación. Por eso, su mirada vacila entre un extremo y otro de un péndulo que se mueve con riesgosa intensidad.
Así, seguirán primando las contingencias. El rumbo siempre será incierto frente a la eterna sensación de pender de un hilo. Porque en un país atado a las eventualidades, cualquier cosa puede suceder.