El acuerdo fue presentado la semana pasada como un negocio bilateral entre dos grandes países y de tal significación que fue anunciado por sus presidentes. Pero un país es real y el otro, virtual. De un lado, Françoise Hollande, presidente de Francia; del otro, Eric Schmidt, el máximo jefe de Google, la gigantesca empresa estadounidense cuya facturación llegará muy pronto a los 40.000 millones de dólares por año. En ese acto en el Palacio del Eliseo se anunció que el grupo líder de internet aportará 60 millones de euros a un fondo destinado a facilitar “la transición digital de la prensa”.
Detrás del acuerdo hay una lucha feroz entre los medios franceses y Google, una más de las tantas que han surgido en distintos países por los contenidos digitales. En Alemania y Brasil, por citar dos casos, también se plantaron frente a lo que consideran la “voracidad” de Google de ganar dinero a expensas del contenido gratuito que las empresas periodísticas suben a internet. Pero en Francia fueron más allá, porque el gobierno francés tomó parte en la disputa. Hasta amenazó con crear medidas legislativas y fiscales, incluso se habló de una “tasa Google”, para obligar a pagar los derechos de autor a la prensa. Hubiese sido un precedente malísimo para el gigante de internet, algo así como la primera pieza caída de un dominó global. Ante esa presión gubernamental francesa, se parió ese acuerdo donde Google invierte unos millones para “enseñarle” a la prensa cómo hacer la transición digital.
Todo estuvo a punto de fracasar la madrugada previa, porque los abogados del buscador retocaron el borrador a último momento, lo que fue inaceptable para el gobierno francés. PERO Se llegó a buen puerto, aunque ha quedado claro que hay un cambio notable en la estrategia del gigante de internet en medio de la abrumadora crisis que sufre la prensa tradicional. Pese a su eslogan corporativo informal (“no seas malvado”), Google nunca fue tierno a la hora de negociar.
Aunque tal vez sea demasiado tarde, la prensa tradicional parece haber caído en la cuenta de que es necesario recuperar la iniciativa. De la candidez de colocar todos sus contenidos gratis en la red, ha pasado a elaborar tácticas que aún no forman parte de una estrategia. Son iniciativas aisladas, discutibles y escasas.
Pero ya es algo.
A fines del año pasado, 195 diarios brasileños retiraron sus noticias de Google News, el agregador automático que se actualiza cada 15 minutos con información producida… por la prensa tradicional. Los empresarios y periodistas brasileños creen que fue una medida positiva: sus sitios sólo han perdido un 5 por ciento de tráfico, a pesar dea haber desaparecido de Google News.
Es que el combustible del buscador son los contenidos. Y escasean los de calidad. En una reunión organizada por Google en Chile el año pasado, trascendió su preocupación por la falta de contenidos en portugués y en español. Por ejemplo, hay 2.5 veces más sitios en alemán que en español, a pesar de que la población hispanoparlante es mucho mayor.
¿El acuerdo de Google y Francia se replicará en otros países?
Eso disgusta al gigante estadounidense, pero no se puede quejar. Por ahora, con un puñado de dólares ha logrado calmar a quienes querían “compartir” sus fabulosas ganancias.
Años atrás hubiese sido impensable siquiera que Google se sentara a negociar. Varias señales en los últimos tiempos muestran su preocupación por no ofender a la prensa tradicional. Esa que no sabe cómo rentabilizar su negocio en la red, pero que produce los contenidos de calidad que necesita Google para mostrar en su buscador. (NOTA PUBLICADA EN CLARIN).