El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, tiene razón cuando afirma que las diferencias vinculadas con la coparticipación de impuestos nacionales pertenecen al ámbito de la política y que la cuestión no debería judicializarse.
Sin embargo, lo inaudito, incomprensible e inaceptable, es que el magistrado haya fijado su posición públicamente cuando, como integrante de la Corte, tiene en sus manos la responsabilidad de resolver dos presentaciones judiciales -una planteada por las provincia de Santa Fe y otra por la provincia de Córdoba- vinculadas con este tema.
Más aún, lo llamativo es que Zaffaroni desconozca el hecho de que ambos casos llegaron hasta el máximo tribunal de la República, precisamente porque antes fracasaron todos los intentos por alcanzar un acuerdo político con el gobierno nacional.
Se puede estar a favor o en contra de la postura del ministro de la Corte. Lo que no se puede decir, es que Zaffaroni carezca de los conocimientos más elementales del Derecho, que desaprueban toda posibilidad de que un juez adelante su opinión frente a un tema que él mismo debe resolver -en este caso junto a sus pares- desde los estrados judiciales.
Las respuestas desde las provincias afectadas llegaron inmediatamente después de conocerse la postura de Zaffaroni.
Por un lado, el exgobernador santafesino Hermes Binner, dijo sentir “pena” por el juez y aseguró que éste no se parece al hombre reconocido por sus ideas de avanzada en materia jurídica y por su compromiso con la Justicia.
Binner reconoció que lo más saludable sería alcanzar un acuerdo político con el gobierno central, pero recordó que todos los intentos en este sentido resultaron infructuosos. “La Corte es el único camino que nos queda. Si no, ¿dónde pretende Zaffaroni que resolvamos la disputa?, ¿en la Luna?”, remarcó con sarcasmo el exmandatario de Santa Fe.
Desde Córdoba, José Manuel De la Sota coincidió con Binner y reclamó al menos una posibilidad de dialogar cara a cara con la presidente de la Nación. “No hemos ido a la Justicia para cobrar lo que nos deben porque nos guste, sino que hemos ido porque no nos dejaron otro camino‘, insistió.
Zaffaroni recrimina a los políticos el hecho de judicializar aquello que deberían resolver en otros ámbitos. Sin embargo, la actitud del juez demuestra que también él incurre en esa supuesta confusión de escenarios.
De hecho, hace tiempo que la figura de este magistrado de la Corte se ha politizado de tal manera, que hoy resulta muy difícil confiar en su imparcialidad a la hora de decidir sobre cuestiones que atañen al gobierno central.
En definitiva, mientras Zaffaroni reclama a los políticos que no judicialicen la política; también cabe la posibilidad de reclamarle a él mismo que no politice a la Justicia.
Lamentablemente, la Argentina cuenta con demasiadas malas experiencias en este sentido.
Cuando los límites entre los poderes se desvanecen, la República tambalea. Entonces, la posibilidad de alcanzar un país más justo, se aleja de manera inevitable.