En apenas 48 horas, la Policía de la provincia logró decomisar más de 66 kilos de cocaína. El primer hallazgo se produjo en el barrio San Lorenzo, de esta ciudad. El otro, en la terminal de colectivos de Rosario.
La cantidad de droga encontrada en sólo dos días sorprende, sobre todo si se tiene en cuenta que en el mercado alcanzaría para completar nada menos que alrededor de 200 mil dosis.
En el caso del barrio San Lorenzo, también se decomisaron tres kilos de marihuana, una granada, armas de fuego, motos y cuatriciclos que eran utilizados para llevar la cocaína hasta los compradores. Los cuatro detenidos habían montado una suerte de <IC>delivery <XC>de estupefacientes que prestaba servicios en los barrios de la ciudad y no se descarta la existencia de otros cómplices.
En Rosario, el secuestro se produjo cuando agentes antinarcóticos detuvieron a un joven de 20 años que se aprestaba a tomar un colectivo hacia la ciudad de Buenos Aires. Llevaba la droga en un bolso, que atrajo la atención de un perro especialmente entrenado para detectar estupefacientes.
Como en ambos casos la droga encontrada es de máxima pureza, los especialistas advierten que para la venta al menudeo podría haber sido “estirada” hasta duplicar e, incluso, triplicar la cantidad de narcótico para consumo.
El decomiso de estos 66 kilos de cocaína se produce en un momento particularmente sensible para la policía provincial. De hecho, las máximas autoridades del gobierno insisten en remarcar que las garras de la corrupción se han apoderado desde hace tiempo de ciertos sectores internos de la institución. Incluso, sugieren que se trata de una corrupción de características estructurales que, en algún momento, operó con la complicidad de funcionarios de otros gobiernos.
Resulta prácticamente imposible probar esta hipótesis. Sin embargo, durante los últimos meses se reportaron algunos hechos que alientan las peores sospechas.
Por ejemplo, cuando asumieron las actuales autoridades de la Policía de la Provincia, se produjo el incendio intencional de trece vehículos que se encontraban en un depósito de la Unidad Regional I.
En los últimos días, una diputada que había solicitado informes sobre el funcionamiento de la institución policial, recibió una sorprendente llamada telefónica desde una comisaría y luego sufrió en su domicilio particular un asalto protagonizado por un hombre armado.
No parece casual que en este contexto se hayan producido dos golpes importantes contra el narcotráfico en la provincia.
Las dos caras de la moneda quedaron en evidencia. La puja entre distintos sectores dentro de la policía resulta inocultable: mientras algunos se empeñan en impedir cualquier depuración interna, otros parecen haber redoblado sus esfuerzos para exhibir el resultado de su trabajo.
El tiempo dirá quiénes resulten vencedores en esta pulseada.