Policías en la mira: ¿dónde están los buenos y quiénes son los malos?

A Griselda Tessio, Patricia Gazcué y Alejandra Vucasovich no sólo las une el hecho de ser diputadas de la provincia de Santa Fe. En los últimos días, las tres legisladoras se vieron relacionadas, además, por la dura experiencia de haber sido víctimas de la delincuencia.
No todos los casos fueron iguales. Tessio y Vucasovich se vieron sorprendidas en plena calle por delincuentes que se trasladaban en motos. A la santafesina le arrancaron la cartera del brazo, lo que hizo que cayera al suelo y sufriera algunos golpes. A la rosarina, en cambio, los ladrones la sorprendieron mientras se encontraba con su vehículo detenido frente a un semáforo. Le rompieron la ventanilla del auto y se llevaron un bolso con sus pertenencias.
La situación de Gazcué reviste otra gravedad y abre un abanico de hipótesis que llegan, incluso, hasta el corazón mismo de los organismos de seguridad en la provincia.
Luego de que Juan Manuel Martínez, imputado por un caso de violación en plena peatonal San Martín, lograra fugarse de la subcomisaría tercera del barrio Las Flores; el ministro de Seguridad, Leandro Corti, vinculó lo sucedido con un grave hecho de corrupción policial.
Entonces, Gazcué y otro diputado provincial presentaron un proyecto con alrededor de ochenta preguntas para el ministro. El objetivo del cuestionario apuntaba a recabar información precisa, que permitiera establecer hasta qué punto la corrupción se transformó en un mal endémico dentro de Policía de la Provincia y qué medidas se están adoptando para enfrentarla.
Según la legisladora, fue a partir de entonces que comenzaron sus problemas. Primero recibió una insólita llamada a su celular particular desde una dependencia policial -el hecho está debidamente probado-. Gazcué asegura que le pidieron que saliera a la vereda de su casa y le requirieron información sobre un vecino de su barrio.
Sorprendida y preocupada por la extraña llamada, denunció lo ocurrido ante las autoridades. Entonces, se dispuso que un patrullero vigilara la zona de su domicilio particular. Sin embargo, ayer un hombre golpeó la puerta de la casa de la legisladora. Cuando ésta abrió, la empujó y la amenazó con una pistola. La ató a una silla, tomó una computadora y algunos objetos de valor, para luego escapar con rumbo desconocido.
Se sabe que desde que asumieron las actuales autoridades en el Ministerio de Seguridad, se inició un proceso de depuración y apartamiento de decenas de funcionarios policiales bajo sospecha.
El 12 de diciembre del año pasado, en el preciso momento en que asumía Hugo Tognoli como nuevo jefe de la Policía de la Provincia, trece vehículos fueron intencionalmente incendiados en el depósito de la División Inspección Automotor de esta ciudad.
‘Tenemos un informe preliminar que indica que el foco ígneo fue provocado intencionalmente. No lo vamos a tolerar. Cuál es la motivación que tuvo este incidente lo desconocemos y no nos interesa. Sí nos interesa dejar claro que no permitimos acciones de sabotaje en la policía provincial’, dijo Corti un par de días después, durante la ceremonia de asunción de los nuevos jefes en Rosario.
¿Fue aquel incendio un llamado de atención o una advertencia de cierto sector policial a las autoridades políticas por las medidas que estaban tomando? Los dichos de Corti permiten avalar esta hipótesis.


Las peores sospechas

Luego de la fuga de Martínez de la subcomisaría de Las Flores, el ministro de Seguridad hizo inmediata referencia a un hecho de corrupción policial, cuando aún la Justicia no había realizado ningún tipo de investigación sobre lo ocurrido. Entonces, reflotaron las peores sospechas.
¿El ministro contaba con información confidencial que avalaba sus conjeturas?
Los días pasaron y la investigación judicial parece indicar que la evasión del detenido por violación no fue parte de un complot organizado por supuestos grupos policiales dispuestos a enfrentar al poder político.
Durante esta semana, se llevó adelante la reconstrucción de la fuga de Martínez. Tal como el sospechoso había relatado ante la Justicia, en apenas tres minutos logró construir con un pedazo de tela, una cuchara y dos palos, una herramienta que le permitió alcanzar la llave del calabozo, que había sido dejada sobre una heladera cercana.
Todo parece indicar que la llave se encontraba en ese lugar por dos posibles motivos: el primero, por simple negligencia del personal policial; el otro, porque alguno de los policías recibió dinero a cambio de facilitar la evasión.
De todos modos, la sorprendente llamada telefónica y el asalto a la vivienda particular de la diputada Gazcué reabre las más graves sospechas.
Se sabe que desde el Ministerio de Seguridad se vienen realizando todos los esfuerzos necesarios para dilucidar los hechos. Sin embargo, y hasta tanto no aparezcan los resultados de tales investigaciones, el temor y la preocupación quedarán instalados invariablemente sobre el ciudadano común.
¿Qué ocurre dentro de la Policía de la Provincia de Santa Fe?
¿Quiénes son los buenos y dónde están los malos?
¿En quién se puede confiar?
¿Hasta dónde llega el grado de descomposición de la fuerza?
¿Qué garantías brindan los efectivos policiales como auxiliares de la Justicia?
¿Cuál será el resultado final de esta suerte de batalla por eliminar los focos internos de corrupción?
Por ahora, las preguntas retumban y se multiplican. Y frente a semejante contexto, resulta imprescindible que las respuestas aparezcan cuanto antes.