La violación de una joven empleada de comercio ocurrida en pleno microcentro durante el mediodía del miércoles 11 no sólo dejó al descubierto el alarmante grado de vulnerabilidad de las potenciales víctimas del delito, sino que además echó un verdadero manto de dudas sobre el accionar de la Policía de la Provincia.
Es cierto que el sospechoso de este grave delito fue detenido pocas horas después de ocurrido los hechos, gracias a las imágenes registradas por las cámaras de seguridad instaladas en la zona y que son monitoreadas desde el edificio de la Municipalidad.
Sin embargo, poco después se supo que la policía no había actuado convenientemente en un caso de características prácticamente idénticas, sucedido apenas 48 horas antes a escasos 200 metros del lugar donde se cometió la violación.
El lunes 8, el mismo sospechoso que ahora permanece detenido y procesado por la Justicia ingresó a otro comercio de venta de ropa del microcentro, también atendido por una joven empleada. Consultó por una prenda y dijo que regresaría al día siguiente.
Efectivamente, 24 horas después se presentó en el local para realizar la supuesta compra. Sin embargo, mediante engaños terminó dominando a la empleada en los fondos del comercio, la ató de pies y manos, la amenazó con un arma blanca y abusó de ella, sin llegar al límite de la violación. Durante media hora recorrió el lugar recolectando numerosas prendas y luego abandonó la escena sin dejar rastros.
Apenas pudo liberarse de las ataduras, la joven se presentó conmocionada en la Seccional Primera de la Policía. Allí relató la terrible experiencia que acababa de sufrir y hasta les sugirió a los uniformados que solicitaran las imágenes del Sistema de Monitoreo por Cámaras de Seguridad que opera en la zona.
Sin embargo, los policías no tomaron ningún tipo de medida para investigar lo que acababa de ocurrir. No sólo desoyeron las sugerencias de analizar las grabaciones, sino que ni siquiera se presentaron en el local donde se había cometido el delito para determinar si era posible recolectar algún tipo de prueba que los lleve a determinar los datos del sospechoso.
Cuando dos días después se produjo un asalto de similares características que sí terminó en violación, la policía actuó con la celeridad y responsabilidad que no había mostrado el lunes 9. Más aún, fue recién entonces cuando solicitaron las grabaciones registradas durante el día del primer delito, lo que permitió que la Justicia determinara que se trató del mismo delincuente.
Tal vez resulte arriesgado suponer que la violación se hubiese podido evitar si la policía hubiera reaccionado con profesionalidad en el primer caso. Sin embargo, esta presunción acompañará por siempre a la víctima de la violación y a sus seres más cercanos.
Como para enrarecer aún más la situación, durante la misma semana en que se cometieron los hechos, las imágenes registradas por las cámara de seguridad fueron filtradas y terminaron en manos de un medio de comunicación, cuando los protocolos indican que sólo pueden ser requeridas por un juez en la investigación de un delito. La policía, quedó nuevamente en la mira.
La actuación y la credibilidad policial sufrió un duro golpe. Por el momento, las autoridades políticas responsables de la institución no brindaron explicaciones claras sobre lo ocurrido.