“No sé quién tiene la clave para entender lo que la Presidenta quiere hacer. Es que todo es muy sorpresivo, siempre sale para un lado diferente del que uno hubiera previsto. A veces es un poco impulsiva y no necesariamente reflexiva”, asegura Luis Alberto Romero, uno de los más reconocidos e influyentes historiadores de la Argentina y agudo analista de la realidad, más allá de que se pueda coincidir o disentir con sus pensamientos.
“Deberíamos preguntarnos si estamos en el ciclo político kirchnerista o estamos empezando una etapa distinta.
Todo habla de la continuidad pero, si uno lee detenidamente los diarios, vamos hacia un rumbo distinto. Las condiciones en que gobernó Néstor se terminaron”, agregó.
– ¿Esto es peronismo?
Para Romero, desde 1989 en adelante se puede caracterizar “el segundo peronismo”, muy distinto al de los diez años en los que el primer Perón gobernó al país. En este contexto, engloba el menemismo y el kirchnerismo en el mismo “paquete” histórico.
“Obviamente todas las cosas son distintas. Pero me parece fructífero encontrar las continuidades en las políticas desarrolladas, aun cuando los ejecutores las presenten como antítesis. Hoy, por ejemplo, tenemos a Roberto Dromi, que diseñó las privatizaciones de los noventa, diseñando la nacionalización de YPF. Hasta Carlos Menem se sumará pronto al coro de gente que demoniza a los noventa”, opinó.
Entre los elementos que para Romero permiten hablar de una continuidad desde 1989, destaca el hecho de que “vivimos en una sociedad con un bolsón de pobreza que no se disuelve. Y una sociedad en que para gobernar hay que tener los votos. Ahí el segundo peronismo armó un mecanismo insuperable para transformar pobreza en votos. Esto se viene haciendo desde Menem. Es una cosa muy sutil que se construye desde la administración pública”.
Según Romero, “la otra gran continuidad es la sistemática destrucción del Estado, específicamente de los organismos de control que el Estado tiene sobre los gobiernos. Hoy, el poder se concentra en el gobierno. No hay Estado. Lo que se hizo con el Indec es destruir el Estado”.
– ¿Puede la Argentina ser gobernada por un político que no sea peronista?
– En el estado actual diría que no. Hoy estamos a las patadas. Y no sé qué otra manera de gobernar existe hoy, que no sea con el estilo K. Es decir, a las patadas.