Tres candidatos, tres estrategias

Cada uno tiene su estrategia discursiva y los tres parecen dispuestos a respetarla al pie de la letra. Cuando transcurren los últimos días antes de las elecciones que serán seguidas de cerca por todo el país, Antonio Bonfatti, Agustín Rossi y Miguel Torres del Sel, intentan no salirse de sus libretos porque saben que no es momento de cometer errores.
Con el transcurrir de toda campaña electoral, los discursos se van ajustando naturalmente a las necesidades y circunstancias. Las estrategias no sólo están directamente atadas al perfil de cada candidato, sino también al de los oponentes y al contexto que la realidad va planteando.
Antonio Bonfatti, el candidato del Frente Progresista, Cívico y Social que durante la primera etapa de la campaña se mostraba en todo momento acompañado por Hermes Binner, logró levantar su perfil personal. Poco a poco y cuidadosamente, el gobernador se fue alejando de su lado, hasta soltarle casi totalmente la mano. Bonfatti no sólo pudo hacerse conocer por los potenciales votantes santafesinos -salvo en Rosario, el resto de la provincia poco sabía de él hace un tiempo-, sino que incluso logró que para los medios nacionales haya dejado de ser “el hombre de Binner” y comenzaran a llamarlo por su nombre y apellido. Lo que no es poca cosa.
El candidato del Frente sabe que encabeza las encuestas por méritos propios, pero también porque el voto peronista llegará dividido al domingo. En este contexto, evita declaraciones altisonantes. Esquiva cualquier intento de sus contrincantes -sobre todo de Rossi- de involucrarlo en el golpe a golpe. Cuando el candidato kirchnerista le reprocha al socialismo haber subejecutado el presupuesto para obras públicas, Bonfatti prefiere cambiar el eje de discusión. Sabe que tiene otras cartas para jugar a su favor.
Su estrategia para contrarrestar los embates de Rossi es simple: insiste en que Santa Fe necesita un gobernador, y no “un delegado” del gobierno nacional. De esta manera, debilita a su contrincante y lo ubica en el lugar de quien actúa en nombre de otro. No importa quién sea ese otro, cómo actúe o piense. El problema fundamental de ese otro es que no está en Santa Fe. El santafesino promedio aspira a que el poder se ejerza desde una casa que sea Gris, y no Rosada.
Para responder al discurso de Del Sel, el candidato Bonfatti tiene otra estrategia: hace hincapié en que, para gobernar, se necesitan experiencia y equipos; valores con los que sólo cuentan aquellos que provienen del seno de la política y que han dedicado su vida a ella.

El esfuerzo de Rossi

La situación de Agustín Rossi nunca fue sencilla en la provincia. Desde un principio se supo que el voto peronista en las internas abiertas de abril pasado había sido profundamente heterogéneo. Y no fue casual. Se trató de un fenómeno directamente ligado al estilo confrontativo del gobierno nacional. El intento de dividir a la sociedad en amigos-enemigos puede tener sus ventajas a la hora de gobernar, pero al candidato Rossi le dificultó la tarea de obtener apoyos.
La foto de campaña en donde que aparecen Cristina Fernández, Omar Perotti, María Eugenia Bielsa y Agustín Rossi, difícilmente alcance para disimular las diferencias que existen en los modos de hacer política que cada uno de ellos tiene. A esto se suma el tendal de “heridos” que dejó la conformación de listas de candidatos al Congreso de la Nación.
La estrategia discursiva de Rossi en la última semana de campaña también aparece con claridad: hace hincapié en los beneficios que una relación cercana al gobierno nacional traería aparejados a la provincia. Sin decirlo abiertamente, el candidato kirchnerista pone como ejemplo lo que ocurre en provincias evidentemente beneficiadas por la Casa Rosada, como Santiago del Estero, Chaco o Santa Cruz.
Esta estrategia parece chocar contra dos problemas. El primero es que, en general, el ciudadano común no siente que Binner haya sido un férreo opositor a las políticas del kirchnerismo durante estos cuatro años. El segundo es que ata sus aspiraciones de manera directa al gobierno nacional, que llega golpeado por la derrota en Capital Federal y sacudido por los escándalos en el Inadi y en la Fundación Madre de Plaza de Mayo. Aun así, todo indica que la buena imagen de la Presidenta sigue siendo alta.
Rossi está poniendo todo su esfuerzo por sortear las dificultades -tanto es así que fue, sin dudas, el candidato que mejor se preparó para el debate televisado del pasado sábado-; pero el contexto político provincial y nacional no parecen jugarle a favor.

Promesas de “felicidad”
Finalmente aparece Miguel Torres del Sel. En este caso, su estrategia también resulta evidente: insiste en que la política necesita renovación -él llega desde otro ámbito- y hace hincapié en que la ciudadanía necesita “felicidad”.
Evita los discursos y prefiere recorrer incansablemente barrios y pueblos. Matiza sus críticas por la situación de la provincia, con chistes ocurrentes. Juega al fútbol cada vez que puede. Intenta presentarse como “un igual”, como uno más de los votantes que el domingo decidirán el futuro.
Del Sel no necesita de grandes propuestas. Tampoco necesitó instalar su imagen. Consultado por El Litoral, el analista Rosendo Fraga remarcó: “Hace décadas que la imagen comenzó a pesar más que los conceptos, las ideas, incluso que el discurso. Quienes tienen capacidad para manejarse en los medios y especialmente en el medio televisivo, tienen una ventaja importante en la política”.
“Ello ha permitido -insistió- que figuras provenientes del espectáculo, el deporte y el periodismo, puedan incursionar con éxito en la política. Al mismo tiempo, la imagen del político profesional se ha ido desgastando en todo el mundo. La desideologización de la política y la crisis de valores han hecho que los votantes suelan ver al político profesional como alguien que está en la política para satisfacer sus intereses, antes que para servir”.
En el caso de Santa Fe, todo indica que Del Sel captará parte del voto reutemanista. Las circunstancias hicieron que se vea beneficiado por el triunfo del kirchnerismo en la interna peronista. Si Perotti hubiese ganado, otra sería la historia.
Las estrategias de los tres principales candidatos a la gobernación son muy claras. A seis días de las elecciones, sólo resta esperar la respuesta del electorado.