Las cartas de Cristina no reflejan el estilo kirchnerista

María Eugenia Bielsa no es Aníbal Fernández. Su discurso y su carrera política no tienen relación alguna con las anibaladas” que inundan el espacio virtual del Twitter o el espacio real de los medios de comunicación tradicionales. Es que la firmeza de las convicciones no necesariamente debe ir de la mano de provocaciones y desplantes.
Omar Perotti no es Guillermo Moreno. Su discurso y su carrera política distan de los guantes de box, las amenazas, los insultos o los gestos hoscos y grandilocuentes del secretario de Comercio Interior.
Aunque resulte contradictorio y hasta paradógico, las cartas de triunfo que el kirchnerismo eligió en la provincia de Santa Fe nada tienen que ver con el estilo del núcleo duro kirchnerista.
Se puede discutir si el pensamiento político de María Eugenia Bielsa coincide plenamente con el del gobierno nacional. Pero lo que no admite dudas es que su forma de hacer política siempre tuvo un perfil distinto al de muchos de los más encumbrados hombres K.
El caso de Omar Perotti es particular. Es que no sólo sus modos son diferentes a los de la Casa Rosada, sino que también lo es -abiertamente y en numerosos aspectos- su pensamiento político. Aun así, aceptó el convite presidencial para encabezar la lista de diputados nacionales justicialistas en la provincia. Asumió la responsabilidad e inmediatamente comenzó a trabajar en la nueva campaña.
Por momentos Cristina Fernández de Kirchner sorprende, sobre todo porque apuesta en la provincia por dirigentes que enarbolan un discurso que ella misma se encarga de contradecir cuando cae presa de su estilo y, por ejemplo, reta en público al gobernador Binner por los índices de crecimiento de Santa Fe. Es como si las pulsiones internas de la presidenta, prevalecieran por sobre su propia racionalidad.
De cara a octubre y en el plano nacional, las posibilidades electorales de Cristina estarán sujetas a las mismas paradojas que en la provincia.
Las posibles derrotas en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba -donde el kirchnerismo no tendrá candidato propio, aunque a último momento parece haber decidido apoyar a De la Sota-, difícilmente puedan ser compensadas por los triunfos en el NOA, el NEA, parte de Cuyo y del sur del país.
Se sabe que será Provincia de Buenos Aires, con sus 10.698.384 habitantes en condiciones de votar (representan el 37,30{e84dbf34bf94b527a2b9d4f4b2386b0b1ec6773608311b4886e2c3656cb6cc8c} del padrón electoral del país), la que puede terminar volcando la balanza a favor de la Presidenta. Y como sucede en Santa Fe, allí la carta ganadora del kirchnerismo es un hombre cuyos modos difieren claramente del discurso confrontativo y “aleccionador” del gobierno.
Para continuar con las comparaciones, Daniel Scioli no es La Cámpora. Su estilo poco tienen que ver con la soberbia y la visión maniquea de una juventud que se presenta como la supuesta renovación, pero utiliza muchos de los métodos autocráticos de la vieja política.
Es probable que para la Presidenta y algunos de sus más cercanos colaboradores, estas “cartas fuertes” representen una incoherencia difícil de digerir. Sin embargo, el kirchnerismo duro no tiene más alternativas que aferrarse a figuras como Bielsa, Perotti o Scioli para captar los votos que, de otras maneras, repele.
Es muy probable que Cristina Fernández de Kirchner resulte reelecta. En ese caso, ¿el kirchnerismo duro llegará a entender estos mensajes de las urnas?, ¿reconocerá que dirigentes que encarnan otro estilo se han convertido en sus tablas de salvación?, ¿comprenderá que la gente está harta de la crispación y los aires de soberbia?
En definitiva, la Presidenta que viene, ¿será capaz de controlar sus modos o continuará presa de sus pulsiones internas?