Puede que para muchos las miradas políticas de Néstor Kirchner y Mauricio Macri estén en las antípodas. Sin embargo, y aunque quizá suene paradójico, ambos presidentes pasarán a la historia unidos por el mismo puente.
Es que 9 años, 2 meses y cuatro días después de que el santacruceño anunciara en el aeropuerto de Sauce Viejo que la Nación construiría una nueva conexión vial entre Santa Fe y Santo Tomé, Macri hizo la misma promesa. Y como si esta coincidencia no fuese suficiente, también lo dijo en Sauce Viejo.
“Nos hemos puesto de acuerdo para licitar la obra y adjudicarla a fin del año que viene, en un esfuerzo compartido de la Provincia, la Nación y la ciudad, para que también esa iniciativa vaya adelante”, aseguró el primer mandatario en conferencia de prensa antes de regresar a Capital Federal.
El desenlace del anuncio kirchnerista es por todos conocidos. Aquel compromiso de compensar a través de la construcción del puente a la provincia de Santa Fe por el dinero invertido para transformar la ruta nacional 19 en autovía, jamás se hizo realidad. Sucedió todo lo contrario: para los santafesinos, se convirtió en un verdadero símbolo de lo que significa la pérdida del valor de la palabra.
La historia escrita por Cambiemos con relación a este puente también se inició con un serie de tropiezos que hicieron revivir viejos fantasmas.
Apenas se conocieron los primeros lineamientos del proyecto de Presupuesto 2017, la sorpresa se apoderó otra vez de los santafesinos: contrariamente a lo que se esperaba y a la palabra dada por funcionarios de Vialidad Nacional, no se incluyeron los fondos necesarios para que el año próximo fuera posible licitar la construcción de un nuevo puente entre ambas ciudades.
La explicación del ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, fue que el proyecto de ley original había sido modificado debido al freno de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al aumento de tarifas del gas y por el retraso en la llegada de inversiones internacionales.
Luego de fuertes presiones realizadas desde Santa Fe y de negociaciones con los operadores del gobierno nacional en el Congreso de la Nación, finalmente se logró incluir 150 millones de pesos para dar impulso a este tan anhelado proyecto.
La obra completa representa una erogación de alrededor de 2.000 millones de pesos, si se tienen en cuenta no sólo el puente, sino también los desagües y accesos que deben realizarse sobre ambas márgenes del río Salado. Es verdad que los 150 millones apenas alcanzan al 7,5% del valor total de los trabajos. Pero también es cierto que, si se cumplen los compromisos asumidos, representarán un punto de partida del que difícilmente haya marcha atrás.
Tal como lo dijo recientemente un funcionario de Vialidad Nacional, desde un punto de vista estratégico quizá resulte prioritario el puente entre las ciudades de Santa Fe y Paraná. Es que, mientras existen dos conexiones viales hacia Santo Tomé, la única vía para llegar a la capital entrerriana es un túnel subfluvial que, en algunos años, comenzará a resultar insuficiente debido al incremento constante del tránsito.
El problema es que, por distintas circunstancias que los santafesinos jamás eligieron, el puente a Santo Tomé se convirtió en mucho más que una mera obra de infraestructura.
Con respecto al kirchnerismo, se transformó en una verdadero sinónimo de estafa flagrante.
Para el macrismo, en cambio, representa una buena oportunidad de acallar los fantasmas del escepticismo y demostrar que las cosas se pueden hacer de una manera diferente.