Esta nota fue publicada en Aire Digital.
Jamás en la historia de la humanidad, la civilización en pleno se vio acechada por una amenaza común de la manera en que el coronavirus la enfrenta en estos momentos.
Es cierto que existieron guerras aterradoras, pero en ellas siempre hubo bandos diferentes. Es verdad que se arrojaron bombas atómicas, pero el planeta supo de las consecuencias tiempo después. La humanidad vivió cuatro décadas bajo la acechanza de una guerra nuclear, pero para muchos seguía siendo una posibilidad lejana.
También es real que hubo pandemias que provocaron daños escalofriantes, como la Gripe Española de 1918 que causó 50 millones de muertes, pero las plataformas de comunicación global no existían y gran parte de los seres humanos sólo supo de sus efectos cuando ya formaba parte de la historia.
Esta vez, es diferente. La globalidad hace que cualquiera de los más de 7.700 millones de habitantes de la Tierra pueda convertirse en portador del virus sin saberlo. Nadie tiene defensas contra este enemigo invisible.
La globalidad es un hecho. Cualquiera de los más de 7.700 millones de habitantes de la Tierra puede convertirse en portador del virus sin saberlo. Nadie tiene defensas contra este enemigo invisible.
Es cierto que el sistema público de salud en la Argentina–y en Santa Fe– podría ser mejor. Pero la verdad es que ningún sistema en el mundo está preparado para este tipo de contingencias. Básicamente, porque sería imposible sostenerlo a lo largo del tiempo.
A veces, los números se convierten en la mejor herramienta para comprender una situación. En casos como estos, siempre es difícil tomar decisiones desde el punto de vista periodístico. ¿Es mejor no decir ciertas cosas, para evitar el pánico? ¿Es aconsejable plantearlas aunque sean duras y angustiantes, para contribuir a la toma de conciencia de la población?
Siempre se trata de una determinación delicada y siempre existe la posibilidad de incurrir en un error. Sin embargo, en este caso vale la pena asumir el riesgo y reflejar esos posibles números con claridad.
La fuerza de los números
Los especialistas de los centros de investigación y universidades más prestigiosas del mundo, coinciden en que por lo menos el 20% de la población del planeta podría contagiarse de este virus en este primer brote. Se trata de una cifra extremadamente optimista, pues todo indica que puede ser ampliamente superada.
La mortalidad muestra variaciones de un país a otro, que van desde el 0,36% en Alemania; el 1,1% de los infectados en Corea del Sur; el 4% en España y el 8% en Italia.
En un informe publicado en el diario El País, de Madrid, titulado “La baja letalidad del coronavirus en Alemania: una excepción que podría dejar de serlo”, se brindan las diferentes hipótesis que existen para explicar estas diferencias que se reflejan de un país a otro.
Sólo a modo de resumen, en Italia y España se tomaron medidas tardías; en Alemania se realizaron más test en una primera etapa que permitieron detectar mayor cantidad de infectados; la media de los infectados que se detectan en Alemania y Corea del Sur tiene 47 años; en Italia la edad promedio de enfermos que se detectan es de 66 años; Italia es el país europeo con más mayores de 65 años (26%); en Alemania se hicieron 4.000 pruebas por cada millón de personas; en España se hicieron 625 tests por millón y en Corea del Sur analizaron a 5 mil habitantes por cada millón de personas.
Todas estas variables –y otras, por supuesto- inciden en los resultados finales de los índices de mortalidad que se reflejan en los distintos países. Recién cuando esta crisis termine, será posible contar con más certezas.
El gobierno nacional confía en que si se respetan absolutamente las medidas de cuarentena total, los números serían manejables. Pero si esto no sucediera, los datos que se brindan a continuación permiten realizar ciertos cálculos, imprecisos pero probables, de lo que podría suceder en la Argentina y en Santa Fe.
En Argentina viven 44 millones de personas. En caso de que se infecte el 20%, serían 8.800.000 infectados. Si se calcula una mortalidad tan baja como la coreana, serían 96.800 muertos. Pero una mortalidad promedio del 3%, provocaría 264.000 muertos en la Argentina. Tomar las medidas adecuadas y respetarlas contribuiría a que este posible impacto no se produzca en poco tiempo.
Jamás en la historia de este país existió una tragedia semejante. Según el libro “Batallas por la libertad. Todos los combates de la Guerra de la Independencia” (Alfaguara), escrito por Pablo Camogli, durante la guerra por la independencia murieron alrededor de 13.000 soldados patriotas. La guerra de Malvinas se cobró 649 vidas. El número de víctimas de la última dictadura oscila entre los 9.000 y los 30.000 según las distintas miradas y fuentes que existen. No hubo terremotos, ni atentados que provocaran una tragedia semejante a la que podría generar el coronavirus en el país.
En la provincia de Santa Fe viven 3.400.000 personas. En caso de que se infecte el 20%, serían 680.000 infectados. Si se calcula una mortalidad tan baja como la coreana, serían 7.480 muertos. Pero una mortalidad promedio del 3%, provocaría 20.400 muertes en la provincia. Tomar las medidas adecuadas y respetarlas contribuiría a que este posible impacto no se produzca en poco tiempo.
En la ciudad de Santa Fe y en el Gran Santa Fe viven alrededor de 500.000 personas. En caso de que se infecte el 20%, serían 100.000 infectados. Si se calcula una mortalidad tan baja como la coreana, serían 1.100 muertos. Pero una mortalidad promedio del 3%, provocaría 3.000 muertes en el Gran Santa Fe. Tomar las medidas adecuadas y respetarlas contribuiría a que este posible impacto no se produzca en poco tiempo.
El factor de la pobreza y la marginalidad
A diferencia de España, Alemania, Italia o Corea del Sur, la Argentina cuenta con más de un 30% de su población bajo la línea de pobreza, hacinada en zonas sin servicios básicos, compartiendo viviendas precarias entre numerosas personas.
En un informe publicado por el diario La Nación, titulado “De los asentamientos a los trabajadores informales: cómo pasan la cuarentena las poblaciones más vulnerables”, la médica Alejandra Sánchez Cabezas, directora de la Asociación Civil Surcos, se pregunta: “Si el lavado de manos y el aislamiento social son las dos medidas por excelencia para frenar la propagación del virus, ¿qué pasa cuando más del 30% de la población está por debajo de la línea de pobreza, vive en condiciones de hacinamiento, no tiene alcohol en gel y además no accede a agua segura ni a servicios de salud de calidad? Esta situación de vulnerabilidad, además de ponerlos a ellos mismos ante un mayor riesgo, tiene consecuencias sobre la salud de todos”.
La situación es realmente grave. El gobernador Omar Perotti dijo en una entrevista realizada en Aire de Santa Fe: “Nuestra meta es que tengamos que llorar lo menos posible”. También utilizó palabras como guerra y muerte, pocas veces usadas por cualquier gobernante que no está convencido de que es absolutamente necesario hacerlo.
Es hora de respetar lo que se nos pide. “En una guerra todos nos encolumnamos detrás del que manda”, insistió Perotti. Hablaba del presidente Alberto Fernández. Y en la provincia, habrá que acatar lo que el gobernador y sus colaboradores indiquen.
Por primera vez todos los argentinos y cada uno de los santafesinos tienen un enemigo en común que se mueve de manera invisible. Por primera vez no hay trincheras. Por primera vez podemos ser portadores del mal sin saberlo: sólo resta hacer lo posible para disminuir el daño que será, probablemente y a pesar de todo, devastador.