Cinco padres argentinos viajan al infierno para rescatar a sus hijos

El sol apenas amagaba con asomar a las 5.25 de esta mañana en el aeropuerto de Ezeiza, cuando el vuelo de Copa Airlines despegó llevando a tres argentinos dispuestos a internarse en lo más parecido al infierno en la Tierra. Sabían de los riesgos. Eran conscientes de que iniciaban una aventura peligrosa y sin garantía. Pero estaban dispuestos a todo por un objetivo: encontrar y rescatar a sus hijos adoptivos, en medio de la tragedia haitiana.
En ese vuelo viajaba Gustavo Corroto, un joven de Sunchales, padre de dos hijos adoptivos que inició, junto a su esposa Fany, los trámites necesarios para adoptar a Eric, un pequeño haitiano de apenas 9 meses que hoy duerme en el suelo y bebe agua en mal estado entre los escombros de Puerto Príncipe.
El terremoto llegó cuando faltaba poco para que, por fin, Eric pudiera sumarse a su nueva familia argentina. Pero entonces la tierra se movió con fuerza, sepultó a un país ya derruido y quebró las esperanzas de los Corroto.
Gustavo y sus acompañantes viajaban hoy hacia República Dominicana, vía Panamá. En Santo Domingo, esperaban encontrarse con otro par de padres adoptivos argentinos -un hombre y una mujer- que lograron viajar ayer haciendo escala en Miami.
“No puedo creer que estemos atravesando por todo esto. Nos aventuramos al infierno para ayudar a nuestros hijos a que sigan con vida”, dijo ayer por la tarde Gustavo a través del teléfono, apenas descendía del colectivo que lo había llevado hasta la terminal de Retiro.
“Si no vamos se nos pueden morir… Es enorme la desesperación. Son nuestros hijos. Si no vamos se nos van muriendo”, insistía esta mañana Fany desde su casa de Sunchales.
El mensaje de ambos retumbaba al unísono, a pesar de estar separados por miles de kilómetros de distancia.
Según los Corroto, hasta el viernes pasado la Cancillería había hecho todo lo necesario como para que 14 niños haitianos en trámite de ser adoptados por matrimonios argentinos pudieran abandonar la isla y llegar al país para integrarse a sus familias.
“Pero algo pasó. Ese día, un funcionario de la Cancillería me dijo entre lágrimas que el Poder Ejecutivo no autorizaba la visa humanitaria para los chicos. Me aseguró que estaba atado de pies y manos; que como padre nos comprendía, pero que la decisión venía desde más arriba”, dijo Gustavo.
Fany tampoco comprende del todo por qué se llegó a este extremo: “Cancillería tenía todo listo. Hasta un avión sanitario para ir a buscar a las criaturas, pero de repente todo se bloqueó. Pedimos audiencias, reclamamos explicaciones, pero la cuestión no se destraba”.
Mientras tanto, gobiernos de países como Estados Unidos y Francia reaccionaron de una forma diametralmente opuesta. En centenares de casos similares a los de estos matrimonios argentinos, aquellos países emitieron visas humanitarias y rescataron a los niños. “Hasta el presidente de Haití está pidiendo por favor que nos hagamos cargo de ellos…”, remarcó Gustavo, mientras caminaba por los andenes de Retiro y se quebraba por la angustia.
Tanto es así que, anoche, un matrimonio mendocino que estaba en trámites para adoptar a Rosalinda -una niña haitiana rescatada por los norteamericanos de entre los escombros y que se recupera en un hospital estadounidense- recibió la noticia que tanto esperaban. La Embajada de los Estados Unidos en la Argentina ya tiene la documentación necesaria como para que vayan a buscar a la pequeña y vuelvan al país con ella. 
Gustavo y los otros cuatro padres adoptivos argentinos no saben cómo recorrerán los 300 kilómetros que separan Santo Domingo con la frontera haitiana, y mucho menos de qué forma cubrirán los 80 kilómetros restantes para llegar a Puerto Príncipe.
“Tal vez consigan quien los lleve, o irán a dedo”, explicó Fany. “Es que la directora del orfanato nos dice que los chicos tienen fiebre, diarrea, conjuntivitis. Ya no hay demasiado tiempo”, remarcó.
Gustavo era consciente ayer del desafío: “Nadie nos espera. Sólo la directora del orfanato sabe que vamos. Cuando se lo dijimos, nos advirtió que será una cruzada muy difícil. No sabemos qué nos va a pasar por el camino, pero es la vida de nuestros hijos”.
Otra vez Gustavo se quiebra emocionalmente, pero logra recomponerse: “No nos conformamos con verlos y ayudarlos. Veremos si podemos instrumentar algún tipo de documento ante las Naciones Unidas para sacarlos de allí. Nosotros llevamos toda la documentación”. Algo de ropa, una carpa, medicación y unos cuantos dólares, completan el escaso equipaje.
Mientras tanto, Fany soporta la tensa espera desde Sunchales, al cuidado de sus otros dos hijos adoptivos: Esteban, de tres años y medio, y un bebé de apenas cuatro meses.
Los Corroto ya eran padres de Esteban cuando viajaron a Haití para conocer a Eric. Una radio de Sunchales los entrevistó y entonces contaron la historia. Pocos días después, una mujer embarazada de la zona, con cinco hijos y sumida en la pobreza, se presentó para transmitirles su deseo de que se hicieran cargo del bebé que estaba por venir.
“Nos escuchó. Nos explicó su situación y dijo que para su hijo quería padres como nosotros. Capaces de dar tanto amor”, recordó Fany. Hoy los trámites de esta adopción están a punto de terminar. Mientras tanto, la aventura de Gustavo y de otros cuatro padres argentinos, recién comienza

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Gerardo Corroto – Padres adoptivos de nenes haitianos viajan a buscar a sus hijos -27-01-10