Por si alguien tenía dudas de que la joven modelo Jazmín de Grazia había fallecido, el diario Crónica se encargó de recrear su muerte a partir de la decisión de publicar una serie de fotografías que la muestran aún tirada junto a su bañera. Desnuda, indefensa, vulnerable. Y a un costado de la imagen principal, aparece un plato con cocaína, una birome y una tarjeta de crédito.
Como si las imágenes no resultaran suficientemente agraviantes para la víctima, las fotos aparecieron bajo títulos que se asemejan a bromas truculentas: “Pobre Jazmín” y “Pobre ángel”.
Nadie está exento de cometer errores. Sobre todo en una tarea que, como el periodismo, se encuentra directamente vinculada con una realidad que cambia, se mueve, sorprende, rompe moldes.
Sin embargo, en este caso no se trató de la cobertura en vivo y en directo de un hecho noticioso, donde la inmediatez se impone. Las fotografías de Jazmín habían sido tomadas el día de su muerte. Los editores tuvieron la posibilidad de analizar la situación, de evaluar si resultaba atinado publicar el material, de medir sus efectos, de pensar en la víctima, en su familia, en sus derechos y en su dolor.
Los periodistas se enfrentan cotidianamente a la disquisición ética entre publicar, o no hacerlo. Y no existen para ello reglas matemáticas. Cada caso es diferente y siempre aparecen distintos valores en juego que deben ser sopesados. Se trata de un debate permanente e intrínseco a la profesión.
Alguien podría argumentar que estas fotografías resultan útiles para ayudar a tomar conciencia de los riesgos que implica el consumo de drogas. Sin embargo, dicho razonamiento es a todas luces insostenible. Para advertir sobre los peligros de las adicciones, no es necesario violar el íntimo y sagrado momento de la muerte de un ser humano.
Este caso plantea otra cuestión. Sólo la policía pudo haber registrado dichas imágenes luego de la muerte de la modelo. Se trata de tomas características de cualquier expediente judicial, donde las fotos se incorporan como elementos vinculados con la investigación.
El procedimiento judicial indica que las imágenes deben ser preservadas bajo secreto. Sólo el juez y sus colaboradores tienen acceso a ellas. Queda claro que, en este caso, alguien infringió la ley al dar a conocer las fotos, probablemente a cambio de dinero.
El respeto por los valores esenciales de todo ser humano están por encima de la búsqueda de primicias o de noticias exclusivas.
Es probable que Crónica haya batido hoy récords de venta y de ingresos de lectores a su sitio en internet, pues este tipo de imágenes suele resultar irresistible para muchos. Sin embargo, y afortunadamente, la decisión editorial de publicar este material que viola derechos personalísimos provocó el rechazo masivo de millones de personas que expresaron su indignación y su enojo a través de redes sociales y medios masivos de comunicación.